Miercoles 25 de enero de 2017
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Estos dos adverbios de tiempo pronunciados más de una centena de veces por S.E. durante su pertinaz y cansino mensaje a la nación, nos dejan una profunda duda sobre el avance o retroceso de nuestro país, toda vez que hay indicadores que señalan que esa manía de utilizar esas formas gramaticales para enfatizar un discurso, si no lo hacen inexacto, lo convierten en dudoso, por sus fuentes de apoyo muy difíciles de comprobar.
Es más, las comparaciones históricas siempre resultan absurdas, pues el tiempo y las circunstancias en que los hechos se suscitaron varían. Tampoco es dable simplificar la buena o mala calidad de un mandatario en el tiempo que ha permanecido en la presidencia de la nación, ya que no se trata de una carrera de postas. Que el actual mandatario haya ganado al Gral. Banzer por unos meses de estadía en el palacio quemado puede ser anecdótico, pero jamás será parte de la memoria intrínseca de los bolivianos.
Asimismo, eso de querer ingresar a la historia con el complejo de Adán, es decir, queriendo ser el primer protagonista de la historia, resulta contraproducente y hasta ridículo. No olvidemos que la propia Revolución Nacional de 1952, es un hito histórico incontrovertible, por lo que negarla, devaluarla y/o tratar de compararla con sucesos de relativa importancia resulta inútil y erróneo, ya que gracias a ella tenemos al actual presidente indígena en el solio presidencial y hace 24 años, a Don Víctor Hugo Cárdenas como el primer Vicepresidente indígena electo de la nación.