Eva Juárez es voluntaria en la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Acude todos los martes por la mañana al Hospital Universitario Severo Ochoa de Madrid, donde visita a diferentes pacientes para acompañarles en su día a día. Hay veinte mil personas que como ella, colaboran con esta asociación. Forman parte de los cuatro millones que realizan voluntariado en España, casi el diez por ciento de la población.
Eva comenzó hace un año a formarse para colaborar con la AECC, después de que le encontraran un cáncer de mama a su hermana. La asociación les ofreció un apoyo fundamental en aquella difícil situación. Comprendió lo necesario que es sentirse alentado y apoyado por alguien, en un momento donde pueden flaquear las fuerzas. "Pedir información y ayuda nos facilitó reanudar el rumbo que habíamos perdido tras el gran impacto del diagnóstico, y ahora quiero ser yo la que se lo facilite a otros", dice Eva.
La AECC cuenta con setecientos empleados repartidos en ciento setenta hospitales por todo el país, además de los miles de voluntarios. Dori Martínez gestiona el voluntariado social desde hace más de quince años: "En muchas ocasiones, los enfermos y familiares necesitan ayuda, pero no saben qué tipo de ayuda pueden tener. Para eso está el equipo que presta su tiempo a la asociación, para detectar las necesidades y cubrirlas."
Los voluntarios buscan distraer al paciente y a su familia de la enfermedad, aunque sea por unos instantes. Comparten su tiempo de manera desinteresada y ofrecen una mano amiga a todo el que lo necesita. "Lo que más me llena es cuando un paciente que ya te ha visto varias veces te llama por tu nombre y te sonríe, ver que nuestra presencia produce una sonrisa", cuenta Laura, voluntaria de la AECC. Se sienten escuchados, acompañados y comprendidos, en un momento en el que son más frágiles.
Existen diferentes formas de hacer voluntariado social. La Asociación Contra el Cáncer promueve charlas testimoniales donde distintas personas que han pasado por la misma enfermedad, cuentan su experiencia personal, para dar esperanza y optimismo. También existen talleres en donde se desarrollan diferentes actividades que animan y entretienen a los pacientes, como risoterapia, relajación o danza. Otras personas en cambio hacen manualidades, como pulseras o llaveros, que donan a la asociación para que las venda y recaude dinero para investigación. Hay quienes, incluso, fabrican cojines que regalan a las recién operadas de mama, para ponerlos debajo del brazo y aliviar su dolor.
"Al llegar al voluntariado social me adentro en un mundo lleno de humanidad, muy distinto al que vivimos en el día a día, y salgo llena de emociones", cuenta Eva. Hay muchas personas, que como Eva o Laura, están implicadas en ayudar. Comparten su tiempo, ofrecen ilusión. Establecen un vínculo recíproco, en el que tanto voluntario como paciente se benefician y se sienten mejor consigo mismos y con los demás.
(*) Periodista
Twitter: @JmGomezVallejo
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