Lunes 16 de enero de 2017
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El 55 por cierto de los datos aportados a la Infraestructura Mundial de la Información en Biodiversidad (GBIF, por sus siglas en Inglés) provienen de la ciencia ciudadana, según un estudio publicado en la revista Biological Conservation. Observar animales y hábitats y obtener información para detectar cambios de conductas o clima es algo que todo el mundo puede hacer.
La ciencia ciudadana es la investigación cientÃfica llevada a cabo por colaboradores que pueden ser tanto expertos y profesionales como gente común. La información que los ciudadanos aportan a expertos y cientÃficos es muy útil para conservar la biodiversidad. Este voluntariado no puede sustituir a la comunidad cientÃfica, pero si complementarla.
La principal ventaja del sistema de ciencia ciudadana es que ayuda a detectar muy rápido amenazas para algunas especies. SequÃas asociadas al cambio climático, cazadores furtivos, falta de alimentos o invasiones de especies no autóctonas son ejemplos de estos peligros que la participación en observación puede conseguir anticipar.
Programas como el de la Sociedad Española de OrnitologÃa (SEO/BirdLife) o el censo de voluntariado del lobo ibérico, piden la participación de cualquier persona a la que le guste salir al campo para llevar a cabo sus tareas de observación. Con esto consiguen proteger especies animales en peligro y hacer un seguimiento de las mismas.