El medioambientalismo radical y sus graves errores
10 ene 2017
Adhemar Ãvalos Ortiz
Para el autor serÃa fácil y cómodo plegarse a muchÃsimas corrientes de ecologistas y ambientalistas que pretenden defender a la Naturaleza sin que se la toque en absoluto. Lo ideal serÃa que suceda asÃ, pero un mÃnimo de racionalidad y cordura nos exige que afrontemos los problemas de protección del medio en el que vivimos con la suficiente lucidez y considerando todas las variables del problema. Lo demás serÃa irresponsable y hasta nocivo. Por defender algo bueno para la Humanidad, o sea la preservación de sus medios de vida y desarrollo de manera sostenible nos encontrarÃamos con una realidad peor.
Y es pertinente referirse a todos los factores que tienen que ver con la conservación, no de manera ideológica, sino cientÃfica. Con un activismo extremista no se conseguirán objetivos fundamentales que son comunes. Lo evidente es que la peor amenaza para la Naturaleza no son el extractivismo y las actividades industriales, para cuyos males se pueden encontrar remedios tecnológicos. Son el incremento irresponsable de la población humana y la pobreza, las principales amenazas para cualquier proceso de remediación de daños ambientales.
Que no se piense que suavizando el sistema de explotación capitalista se solucionarán los problemas. SerÃa ir contra la corriente de un sistema depredador que no es malo por simple barbarismo, resulta malo a partir de su propia naturaleza que radica en la optimización del excedente económico. Y aún cuando, por obra y gracia de un fenómeno divino, se volviera bueno, esto no solucionarÃa factores que son más determinantes para la depredación sistemática y espontánea.
Lo utópico serÃa que se elimine a la mitad de la Humanidad actual, algo criminal a todas luces, para que la Naturaleza tenga un respiro. Como no se puede ni debe hacerlo, entonces, la solución pasa por el control de la natalidad. Que las familias no tengan más de dos hijos y que las madres sean esterilizadas directamente en los hospitales de manera obligatoria. El capitalismo no eliminará el hambre de más de dos mil millones de personas porque no responde a sus intereses inmediatos, lo que se debe hacer es restringir el crecimiento de la población, no vÃa abortos criminales, sino con procedimientos quirúrgicos que no asesinen a futuros seres, sino que impidan su concepción.
El principal error de los ambientalistas radicales, a pesar de sus buenas intenciones, es que "ven el árbol y no el bosque". Su fanatismo llega a resultar peligroso para la supervivencia humana. Son el colonizador, el campesino, el pobre desarraigado el mayor peligro por su simple supervivencia económica. Hay que atacar el mal de raÃz. Y todo por simple sentido común.
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