Posiblemente muchas personas que siguen el calendario litúrgico de la Iglesia Católica se extrañen de que el llamado tiempo de Navidad, que comenzó el 25 de diciembre, se cierre abruptamente en la primera quincena de enero con la fiesta del Bautismo de Jesús. Notemos, además, que Jesús no fue bautizado siendo niño, tal como hoy se acostumbra en la mayorÃa de las familias católicas, sino cuando era adulto al menos con treinta años.
Obviamente el calendario anual de la Iglesia no pretende seguir los tiempos reales de la vida de Jesús, lo cual serÃa imposible. El ciclo de Navidad comprende el nacimiento de Jesús, la adoración de los sabios magos del Oriente (celebrada el 6 de enero) y la persecución del cruel Herodes (28 de enero) que obligó a la Sagrada Familia a huir a Egipto, donde permaneció gran parte de su niñez, hasta su regreso a Nazaret a la muerte de Herodes. El tiempo navideño culmina con el bautismo de Jesús donde inicia su vida pública de predicación mesiánica.
El bautismo de Jesús no fue simplemente el lavado para la remisión de los pecados que Juan el Bautista realizaba con la gente en el rÃo Jordán. Jesús no cometió pecado pero asumió ser el Cordero de Dios que cargó con los pecados del mundo y se sometió a la justicia divina. Pero Dios Padre quiso revelar que Jesús era su Hijo en el bautismo. Tal como se narra en el evangelio, al ser bautizado Jesús se oyó la voz del EspÃritu (Rúaj), manifestada en forma de paloma, que anuncia: "Ã?ste es mi Hijo, el Amado, en el que me complazco" (Mc 1, 11, par.).
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