Agua para los lagos orureños

No se trata de esperar pacientemente que la temporada de lluvias sea la solución a la dramática situación de los lagos orureños, el lago Poopó de mayor superficie que el lago Uru Uru, ambos convertidos hasta días atrás en simples lodazales, con poquísima cantidad de agua y muy lejos todavía de recuperar su condición ecológica como "espejos naturales" en la extensa y árida zona altiplánica.

La falta de una constante carga de agua para mantener el nivel de estos lagos, a través de una adecuada canalización del Río Desaguadero y en función a un plan de orden técnico debidamente programado y cumplido responsablemente, nos mostró el calamitoso resultado de imprevisiones e improvisaciones para sostener dos fuentes de vida, para personas y para una variada fauna propia de la región.

El daño es patético, la falta de agua es la causa de la desaparición de dos fuentes naturales de sobrevivencia, la vigencia de superficies de agua en caudales tan importantes que mantenían especies acuáticas permitiendo la pesca como medio de subsistencia de pescadores originarios de etnias enraizadas en sus costumbres y su cotidiana labor.

La humedad propia del entorno de los lagos permitía asimismo la presencia de una flora y fauna particularizada, de terrenos aptos para pastizales, vida segura para variedad de ganado y en el orden ecológico, la declaratoria internacional como "sitios Ramsar", que implica el reconocimiento mundial que rige para el cuidado de los denominados "espejos de agua", que no son otra cosa que fuentes de vida para diversas especies, empezando por la humana, que luego de la trágica desaparición obligó a centenares de comunaríos dejar su hábitat, cambiar de actividad para sobrevivir junto a sus familiares.

Preocupa de sobremanera que dos lagos, reconocidos mundialmente, desaparezcan como tales del mapa y que nadie sea responsable de esa situación, dejando el caso como un fenómeno natural atribuible a la falta de agua. He ahí el asunto, la falta de agua, situación que debió merecer tratamiento especial, oportuno y respaldado convenientemente para que pese a la sequía, se mantenga la otra fuente de provisión de agua, que es reconocida y era posible de mantenerla con un proyecto debidamente financiado y técnicamente respaldado, como se menciona actualmente en algunos niveles, en los que hay certeza de recuperar la vida de los lagos orureños.

Hay que acudir en la instancia desesperada de recuperar nuestros lagos a las organizaciones internacionales especializadas, para que mediante apoyo crediticio, asistencia técnica profesional, se perfile un buen proyecto para que las aguas del río Desaguadero, sin perjudicar tareas de regadío en la zona, puedan ser debidamente canalizadas para suministrar la cantidad de liquido que permita el llenado de nuestros centros lacustres, aptos para devolver el sentido de una naturaleza que revive con su riqueza y su esplendor.

El asunto es cuestión de agua, el líquido existe y hay que dirigirlo donde corresponde, una tarea de ingeniería que debe ser cumplida responsablemente, con adecuado asesoramiento y suficiente financiamiento. La temporada de lluvias contribuirá a que se cumpla la recuperación de los dos lagos orureños.

Fuente: LA PATRIA