Miercoles 04 de enero de 2017
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Las reformas estructurales en la justicia y la salud son dos deudas históricas que tiene el actual modelo de gestión gubernamental para con el pueblo boliviano a pesar de los esfuerzos. Los problemas que de momento emergieron en el seguro social (C.N.S.) parecen agravarse tras la designación de un ingeniero en el cargo que legítimamente debería corresponderle, cuando menos, a un médico.
Las medidas paliativas que se dispusieron en razón del racionamiento del agua mitigaron las consecuencias de la escasez en los hogares paceños, pero no en los lugares donde una población significativa asiste para pedir, no sólo la cobertura del derecho a la salud, sino les extiendan su derecho a la vida: los enfermos terminales.
Una planta de agua propia para Nefrología, la construcción de un edificio de seis pisos con más de 70 máquinas dializadoras, las nuevas salas de internación, y trasplantes de órganos, además de los sistemas convencionales sobre las Diálisis Peritoneales Continuas Ambulatorias (DPCA) y las Automatizadas (DPA); son aún un sueño para la medicina en Bolivia, y no porque nuestros profesionales no estén capacitados para ello sino por la falta de "una firma" que concrete el proyecto del Anexo "A" en el Hospital Obrero Nº 1, rúbrica inexistente de parte de la Gerencia General por la gestión paralizada a raíz de la reciente designación. Tiempo que quizás no tienen los enfermos renales.