Miercoles 04 de enero de 2017
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Es incoherente el término "vocería", no condice con la alta responsabilidad y jerarquía de la tarea asignada para representar a Bolivia en el ámbito internacional. En lugar de llamarlo directamente embajador itinerante, se utilizó ese término ambiguo y vulgar. Y no obstante, Carlos Mesa asumió con humildad la misión que se le encomendó; se incorporó sin retaceos al servicio del país. Pero "ese compromiso no puede ni debe hipotecar mi derecho a expresar libremente mis ideas?"
Mucho tardó el ex presidente en darse cuenta. Cuando Morales le convocó al Palacio Quemado, corrió presto a escucharlo, obviando el insulto de "delincuente confeso" que le profirió desde la prensa. Apareció junto a los otros ex presidentes - acusados de lo mismo - sonriente y feliz, fotografiado al lado del jefazo. Fue nombrado días después como vocero itinerante en el reclamo marítimo de Bolivia. Hay personas que ya no cambian, son "maña y figura hasta la sepultura". Era de esperar lo que luego vino.
Como historiador y periodista sabe que el tema del mar fue utilizado como comodín por los políticos para otros fines en circunstancias de conflicto interno. Los de hoy no son distintos; gastan por fuera una apariencia falsa. Dos funcionarios de la cúpula afirmaron durante la campaña que sólo con Evo se retornaría al mar, y Mesa observó que no era conveniente que se politizara de esa manera el tema del mar. Así surgió la primera disidencia ante la postura demagógica del gobierno.
Todos los que por alguna razón desempeñan una función subordinada, saben que para permanecer allí hay que observar la sumisión. Es el precio que se paga - muy caro por cierto - de alguna invitación aceptada. El referendo configuró un contexto político que exigía definiciones. Era difícil que se tolerara la dualidad de ser diplomático y ciudadano a la vez, con una posición distinta al del gobierno. "Expresé públicamente mi posición por el NO y voté por el NO - dijo Mesa -, porque creo que el secreto de una democracia está en la limitación del poder?".
Eso fue lo más explícito y fuerte. Pero varios hechos se fueron acumulando. Mesa tuvo una brillante actuación en Santiago. Un hombre de cámaras y de micrófonos se sintió como pez en el agua; defendió la causa marítima con elocuencia y precisión. Los palaciegos en La Paz no le perdonaron nunca. Algo había que hacer, era peligroso que un opositor se destacara de esa forma. Y entonces se puso en práctica la "estrategia envolvente": hay que aislarlo, que ya no sea parte del equipo. Con brutal grosería alguien incluso mencionó el refrán: "Cría cuervos y?".
Los hechos revelaron la decisión de excluirle. Ante esa evidencia, estaba demás cualquier solicitud de definición explícita o formal. Era mejor salir por los fueron de señorío personal y devolver con altivez el cargo. Todo lo que cuesta la dignidad es demasiado caro, más caro que todos los mares del mundo.