Como ya es habitual desde hace 50 años, en 1967 como un fruto del Concilio Vaticano II, la Iglesia Católica celebra el 1 de enero de cada año la Jornada Mundial de la Paz, basada en la proclamación de los ángeles al anunciar la venida de Jesús, el Salvador: "Gloria Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor" (Lc 2, 14). Asà se manifiesta la relación tan profunda que existe entre la venida del Salvador y la pacificación de la humanidad.
Hay que pedir a Dios que nuestros sentimientos y valores personales más profundos se conformen a la "no-violencia", como guÃa del modo de tratarnos en las relaciones interpersonales, sociales e internacionales. "Cuando las vÃctimas de la violencia vencen la tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creÃbles en los procesos no violentos de construcción de la paz. Que la no-violencia se trasforme, desde el nivel local y cotidiano hasta el orden mundial, en el estilo caracterÃstico de nuestras decisiones, de nuestras relaciones, de nuestras acciones y de la polÃtica en todas sus formas".
La no-violencia "es realista, ya que en el mundo hay demasiada violencia, demasiada injusticia y, por tanto, sólo se puede superar esta situación contraponiendo un plus de amor, un plus de bondad. Este plus viene de Dios". "Para los cristianos la no-violencia no es una mera táctica, sino más bien un modo de ser de la persona, la actitud de quien está tan convencido del amor de Dios y de su poder, que no tiene miedo de afrontar el mal únicamente con las armas del amor y de la verdad. El amor a los enemigos constituye el núcleo de la ´revolución cristiana´".
"El evangelio del amor a los enemigos (cf. Lc 6,27) es como ´la carta magna de la no-violencia cristiana´, que no se debe entender como un ´rendirse ante el mal´, sino en responder al mal con el bien (cf. Rm 12,17-21), rompiendo de este modo la cadena de la injusticia".
Termina el Papa su Mensaje subrayando que la Virgen MarÃa es la Reina de la Paz. "Pidamos a la Virgen que sea ella quien nos guÃe". "Todos deseamos la paz; muchas personas la construyen cada dÃa con pequeños gestos; muchos sufren y soportan pacientemente la fatiga de intentar edificarla". En el 2017 hagamos el compromiso con nuestra oración y acción de ser personas que aparten de su corazón, de sus palabras y de sus gestos la violencia, y a construir comunidades no violentas, que cuiden de la casa común. "Nada es imposible si nos dirigimos a Dios con nuestra oración. Todos podemos ser artesanos de la paz".
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