Martes 03 de enero de 2017
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La democracia y las instituciones republicanas se encuentran en el apogeo de descrédito; los privilegios de unos pocos con presuntas cartas de derechos adquiridos; las desigualdades lesionando la dignidad de las personas; asà como resultan polÃticas hasta kafkianas las luchas contra el hambre en el mundo, la globalización capitalista (el Papa recientemente denominó al capitalismo como el terrorismo de la humanidad), el enriquecimiento ilÃcito de las élites o estirpes, la corrupción en todos los niveles sociales, excepto en el de los olvidados y desposeÃdos, las migraciones, los refugiados, la escasez de oportunidades, el trabajo discontinuo, terrorismo; las guerras incitadas por las potencias para vender sus armas, en fin, todo conforma un horizonte brumoso y confuso.
Se está imponiendo hablar de la verdad posterior y, algunos lo asimilan como un nuevo paradigma, este vocablo post verdad surgió fundamentalmente de los referendos efectuados en Europa y de las elecciones en los EE.UU., y los resultados sitúan a la humanidad en una democracia post verdad. En efecto, ya no importa que un hecho sea verdad o mentira; lo importante es lo que sienten los votantes ante este hecho.
