Hay niños que sólo han visto una vaca o una oveja en los libros, en documentales de televisión o en algún juego educativo. Tienen una agenda repleta de actividades extraescolares. Es tal el número de cosas que tiene que hacer los niños tras salir de clases que, cuando llegan a casa, están como si hubieran corrido una maratón. Ahora, todo es un ir y venir de actividad en actividad.
Al niño hay que escucharle, ayudarle en sus problemas, animarle en sus malos momentos, respetar que quiera o no realizar actividades fuera del horario escolar e incidir en el respeto hacia los demás. Los niños serán siempre niños, pero las cosas han cambiado. Unas para bien y, algunas, han empeorado. Sea como fuere, ser niño ya no es lo que era.
(*) Periodista
Twitter: @Tel_Esperanza
Tomado del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)
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