Miercoles 28 de diciembre de 2016
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Unas cuantas cosas importantes contiene el fardo que se lleva el 2016. El relevo de posta no será con las manos vacías, hay lecciones que aprender y tareas por realizar. Creemos que sólo así tiene sentido el recogerlas para la agenda del nuevo. Los anuarios de la prensa se han referido con mayor cobertura; aquí sólo se puede mencionar lo que se ve desde la calle.
Febrero sonó fuerte. Fue la cuarta de las derrotas sucesivas. La saga de las caídas empezó con los jueces "truchos". Los "doctorcitos" desdeñados fueron reemplazados por los de indumento nativo, y no fue suficiente la apariencia. Después vino la apuesta por las autoridades regionales; el derrumbe del poder en la misma La Paz fe sintomático. La tercera en la cuenta fue la de los estatutos autonómicos; la visible marca masista contribuyó al rechazo. Y luego se dijo: "gracias por lo bueno que hicieron, pero váyanse". Hay razón: el monopolio del poder genera corrupción y mediocridad.
Gabriela Zapata no pensó nunca en ser tan famosa, pero se convirtió en arma de doble filo; ella - acaso sin querer - promovió el efecto más ominoso contra Morales. Se puede perder y ganar en política, pero la mácula ética es indeleble. No supo o no pudo actuar con independencia de varón; las contradicciones enturbiaron peor el caso, hasta transfigurarlo. Y a Gabriela le atribuyen ahora un supremo poder: dizque por ella se perdió. En torno a esa suposición falsa se planeó la trama de la conspiración. ¿Pero quién va a levantar el guante de Montero?