El desarrollo de las relaciones entre ética y economÃa no ha sido lineal; la economÃa nace merodeando el campo de la reflexión ética. De hecho Adam Smith fue ante todo un moralista. El conjunto de su obra, en particular "The theory of moral sentiments" lo atestigua.
Constituida la economÃa como ciencia tuvo la tentación de concebirse cada vez más como ciencia exacta. Usó más y más las formalizaciones y modelos predictivos matemáticos y se desligó de la consideración moral la persistencia, complejidad y novedad de los problemas; el progreso en la epistemologÃa de las ciencias y otros factores han contribuido a pensar que el desarrollo no puede limitarse a lo puramente económico ni depender exclusivamente de la economÃa. Se ha llegado a hablar de desarrollo de capital social y por ende de desarrollo humano. Testigo de esta evolución es Amartya Sen, Premio Nobel en EconomÃa, que habla del desarrollo como libertad. La ética pasa a ocupar un lugar preponderante en la búsqueda de soluciones económicas. Los economistas se hacen más suspicaces frente a la "mano invisible" que parece ser desigual en el modo de repartir sus golpes o restablecer los equilibrios.
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En otras palabras ha habido un paulatino retorno a los factores éticos.
Lo ético (no robar, no mentir, cumplir los compromisos) es presentado como buen negocio, como algo rentable a la larga.
De esa visión más ligada a los negocios, se ha ido pasando paulatinamente a la necesidad de una reflexión ética en torno a la economÃa misma, a los modelos que ella propone y a las decisiones globales que se toman. La economÃa parecÃa en deuda con la moral, pues prácticamente sólo trataba el problema de la equidad relacionado con la distribución. Hoy vemos que todas las decisiones económicas tienen consecuencias inmediatas en la conducta humana, en la sociedad y en la cultura.
Muy frecuentemente se buscó en la ética una justificación o una aprobación desde el punto de vista de la vida social, por ejemplo debió justificarse el lucro o el préstamo a interés. Es famosa la defensa del relativo "egoÃsmo" del carnicero y el panadero en un texto frecuentemente citado por A. Smith.
Tal vez haciéndose eco de las consideraciones de Max Weber en su Ã?tica Protestante, se ha reflexionado en los "valores que contribuyen al desarrollo económico". Se estudió cómo fomentar el espÃritu de trabajo bien hecho, la honradez, la verdad, la austeridad y espÃritu de ahorro, la capacidad de riesgo porque eso tenÃa directa incidencia en el desarrollo económico. Ã?ltimamente se ha insistido en la Confianza (Peyrefitte). Ese es un avance desde el punto de vista ético porque hace comprender el factor humano de la economÃa que no es sólo un problema monetario o de producción.
Pienso como Amartya Sen que ética y economÃa se relacionan porque finalmente en ellas se juega la libertad del ser humano.
Y esa libertad humana es rica en novedades, recursos... en sencillez y gratuidad.
En otras palabras no podemos descuidar de producir en abundancia el pan que compartimos para que en ninguna mesa de nuestro continente escasee. Pero debemos saber que ese pan se amasa no solo con trigo sino con lágrimas, con dignidad, con esperanzas y con libertad.
(*) Docente Fcefa-UTO
f2wgalo@mail.com