Si en algo no coincidíamos con mi madre a la hora del almuerzo, mientras veíamos el noticioso durante el primer periodo del gobierno masista, es que entre dicho régimen y el primer gobierno del MNR habían más similitudes que diferencias.
Ella hervía en cólera y era incapaz de aceptar igualdad alguna, mientras que yo, más porfiado, le señalaba más de cinco con mucha facilidad, y en esa diatriva, fuimos incapaces de ponernos de acuerdo. Ella murió en su ley, en cambio yo sigo acá encontrado cada día una similitud más y justamente de una de ellas es que voy a escribir hoy.
Si bien no podíamos ponernos de acuerdo en las similitudes, coincidíamos enormemente en las diferencias entre el MAS de 2005 y el MNR de 1997 y una de ellas por ejemplo era que mientras el MAS depende de un solo hombre y su enorme capacidad de liderazgo (naturalmente hablo de Evo Morales) y que como los mismos masistas reconocen, no hay nadie ni siquiera capaz de alcanzarle a las canillas, en el MNR, desde su fundación si algo sobraban eran líderes, uno mejor que el otro, todos de una talla política e intelectual sobresaliente y con méritos de sobra no solo para hacerse cargo de la jefatura del partido sino de aspirar a la presidencia de la República como objetivo principal.
La talla de Víctor Paz era altísima, y su innata cualidad de estadista le daba cierta ventaja sobre el resto de los líderes movimientistas. No por nada, pese a haber comandado la revolución, y al pedido de muchos calienta orejas que le sugerían se haga de la silla presidencial, Hernán Siles Suazo, decidió que quien debía hacerse cargo de dirigir a Bolivia por los siguientes 4 años era el "Compañero Jefe", de acuerdo con los resultados de la última elección presidencial que Mamerto Urriolagoitia no quiso reconocer y que a la larga propició el levantamiento civil de abril del año siguiente.
Fue una época dorada para el gran MNR, que transformó al Estado por completo, le dio al cuidadano común la oportunidad de ser parte de un país que lo había postrado, asilándolo de los beneficios que gozaba una burguesía que bajo el amparo de su riqueza o color de piel, permitía que sólo lo puedan disfrutar unos pocos en desmedro de la gran mayoría de bolivianos.
Al recuperar el poder productivo para el Estado y armar a los partidarios transformándolos en milicias, se garantizó el poder político y el control civil, destrozando cualquier intento opositor de hacerse del gobierno. Pero con ello vinieron también el cáncer de la corrupción y el abuso del poder, los cuales fueron diezmando la fe de la gente y de a poco alejando al partido de sus principios y postulados hasta terminar en una serie de deserciones y desmembraciones que se convirtieron en el principio del fin.
Víctor Paz, Hernán Siles, Juan Lechín, Walter Guevara, ?uflo Chávez, Federico Fortún y tantos otros, pese a sus grandes dotes intelectuales, permitieron que sus ambiciones personales, pero sobre todo sus enconos y rencores destrocen la unidad partidaria y ante la voluntad de Paz Estenssoro de permanecer como presidente para el periodo 64 - 68, propiciaron que como líderes de diferentes agrupaciones políticas, hagan una férrea oposición al nuevo gobierno que apenas duró 4 meses e impulsando la figura de Barrientos que fungía como vicepresidente del flamante gobierno, dando un cruento Golpe de Estado, provocando el exilio de Paz que duraría 6 años.
Quien 12 años antes llegaba a El Alto y descendía del aeropuerto sentado en una silla sobre los hombros de los mineros y era proclamado como el enviado divino, salía de la presidencia por la ventana en una expulsión casi ignominiosa. Y aunque tuvo su revancha en la que muchos consideran como la mejor gestión gubernamental del siglo XX entre el 85 y el 89, sin lugar a dudas haber buscado quedarse como presidente a como dé lugar, fue un error que perseguiría a este gran líder por más de 20 años y una terrible tacha en su carrera política.
Otro líder que hizo algo parecido cuando pudo retirarse con todos los honores fue Alberto Fujimori quien después de un auto golpe, pudo tener el control del Estado y enfrentar de la mejor manera posible la terrible guerra terrorista que le había declarado Sendero Luminoso a todo el Perú.
Con un Abimael Guzmán derrotado y en su segundo periodo gubernamental, tuvo una nueva oportunidad de lucir su figura como un hombre capaz de ganarlo todo y no ceder ante nada.
En diciembre de 1996 un comando del MRTA con Cerpa Cartolini a la cabeza, tomó la Embajada del Japón con más de un centenar de rehenes y tuvo en vilo al mundo entero por más de 3 meses. La Operación Chavín de Huantar realizada por soldados de élite de las Fuerzas Armadas del Perú que tomaron por asalto la residencia nipona y liberaron a todos los rehenes dando fin a la vida de todos los terroristas, sufriendo únicamente tres bajas, dos comandos y un rehén.
El éxito le volvía a sonreír y la popularidad del "Chino", como le decía la gente, estaba por los cielos. Aun así, entre la sociedad peruana, un personaje de aspecto sombrío y lleno de misterio le estaba empezando a hastiar. Vladimiro Montesinos era sin dudas el poder detrás del trono, y el control que ejercía por sobre todo comenzaba a causar una molestia tan grande, que la gente sentía la necesidad de que sea otro gobierno el que audite los cada vez más sonoros delitos contra los derechos humanos durante la guerra sucia, pero ante todo, los enormes rumores de corrupción que pesaban sobre el siniestro hombre fuerte del régimen fujimorista.
Y pasó lo que no debía pasar. En contra de todo lo legal, el exitoso gobernante optó por el prorroguismo y se volvió a entronar como presidente para un tercer mandato. A los pocos meses una serie de videos comprometedores salieron a la luz develando el control sobre los medios de comunicación y cómo se compraba sus líneas editoriales con dinero del Estado. Un circo montado por el gobierno mostraba al presidente buscando en recovecos a su ex hombre fuerte y cuando ya no se pudo sostener más el burdo teatro, tuvo que llamar a elecciones, para que antes de que estas tuvieran lugar, salga huyendo cobardemente y mande su renuncia desde el Japón.
Hoy comparte presidio junto a su principal cómplice y desgracia su vida agonizante, pudiendo haber sido ante la historia, quizás uno de los mejores y más populares presidentes del país incaico. Pero su ambición y el querer encubrir sus faltas evitando que otros las investiguen lo llevaron a donde está.
Pese a haber perdido un referéndum, hecho a mano para cambiar toda una Constitución en beneficio de tan solo dos personas, lo que de por sí ya es un terrible abuso, pese a que todas las condiciones legales están en su contra y pese a que el régimen masista ya da claras muestras de haber sucumbido al natural desgaste del tiempo y a la corrupción generalizada, Evo Morales y los suyos, cobijados en el verso de que "como él no hay", después de un gigantesco teatro llamado Congreso del MAS, decidieron que este personaje debe seguir siendo presidente un periodo más, cueste lo que cueste y le duela a quien le duela.
No sé si la historia se repita como generalmente pasa, pues como dice el dicho, quien no aprende de los errores suele repetirlos, pero lo que sí sé, es que a la fuerza ni los zapatos. El MAS no está midiendo hasta donde puede aguantarle la pita y quizás se le rompa antes de lo deseado.
(*) Es paceño, stronguista y liberal
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