El aniversario de la llegada de Jesús a un pesebre de Belén es, por más de dos milenios, un llamado permanente a la concordia, unidad y amor fraterno entre los hombres; generaciones de pueblos han sido testigos y poseedores del mensaje: "Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad"; un mensaje que ha sido el llamado permanente para que la humanidad armonice su vida con virtudes que permitan convivencia y comprensión entre todos.
La Navidad se ha convertido a través de los años en nexo de unión familiar, en un propósito de vivir en concordia y amor porque el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo es un desafío de cambio que debe producirse en los corazones y de ahí en las conductas y la vida de todos los hombres como medio de conseguir el bienestar pero alejado de odios y rencores, de posiciones disociadoras de la paz y la armonía que deben reinar.
La Navidad ha tenido la virtud, año tras año, de conmover espíritus y sentimientos para que cada hombre entienda la profundidad y perennidad de lo que debe ser la libertad y sus amplios beneficios que alejen posiciones de libertinaje y anarquía.
Vivir en democracia y libertad es -debe ser- sinónimo de hacerlo con apego a las leyes de Dios y a las que determinan la vida de los pueblos para alcanzar mejores condiciones de vida, para hacer que cada día sea constructivo, para que el mundo entienda que solamente en trenes de paz alejados de confrontaciones y guerras se podrá encontrar una paz cierta y amplia que evite discriminaciones y aleje totalmente sentimientos revanchistas o de odios que muchas posiciones ideológicas siembran en el corazón de los hombres.
Cuando el ser humano tome conciencia del mensaje de paz y amor de Dios proclamado en los cielos de Belén el día en que Su Hijo, Jesús, se hizo hombre para salvar a los hombres, se podrá alcanzar el paraíso en la Tierra, respetando lo que el Creador hizo como medio de disfrute de los bienes otorgados para una vida armónica y libre.
Cuando los gobernantes de todos los países se animen a recorrer los caminos trazados por Dios, habrá empezado la conquista de mejores condiciones de vida en pos de alcanzar una paz permanente alejada de amenazas y en peligro de discordias y enfrentamientos de cualquier naturaleza.
Cuando el mundo tome razón del mensaje de paz, entenderá y practicará sentimientos de unidad y armonía entre todos y así, cada Navidad o recuerdo del nacimiento de Jesús, se convertirá en un nuevo lazo de unión que fortalezca sentimientos y pensamientos en aras de conseguir que el ser humano deje de ser el peor enemigo del hombre y sea, en el día a día el amigo y compañero de vida y práctica de valores.
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