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Domingo 18 de diciembre de 2016

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Revista Dominical

El insondable y nuevo Franz Kafka

18 dic 2016

Por: Raúl Pino-Ichazo Terrazas - Escritor, Docente universitario, Doctor Honoris Causa

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Mi preferencia por Franz Kafka se basa fundamentalmente por su concisión y coincidentes percepciones con las del individuo común. Yo, tuve una madre excepcional que sola me mantuvo, pues hubo ausencia total de la figura paterna, y satisfizo con espartano esfuerzo mis necesidades básicas, educacionales y me guio hacia las enseñanzas de Cristo que hoy se mantienen incólumes y enriquecidas por el fortalecimiento de la fe. Por esa circunstancia cuando leí "Carta al padre", de Franz Kafka, en idioma alemán, comprendí todas las desavenencias e indiferencias de trato y cuidado al crecimiento de un hijo que muchos padres desatienden cultivar y experimentar cotidianamente en indivisible relación bilateral, como causa y efecto de su propia creación, descuido que es, en el tiempo y en el espacio, irremisiblemente irrecuperable.

Con el tiempo y la sobreviniente madurez he leído esta obra varias veces, ahora en español, y nunca deja de arrojar nuevas vetas de conocimiento de lo que, en el ámbito de los sentimientos y necesidades afectivas genera un niño, carente de la orientación de un padre. Ante esa situación ese padre se incardina sólo como padre biológico, nunca como padre para todas las estaciones.

Antes de intentar una especie de recensión sobre el nuevo Kafka que descubrirá el lector con este artículo, es necesario afirmar que muchas veces las obras que más penetran en el intelecto del hombre común, que es el principal para el escritor, no tienen una difusión extensa como las obras que hicieron notable y famoso al escritor, se ejemplifica con las notables obras de Gabriel García Márquez "Cien años de soledad", "El Coronel no tiene quien le escriba", sin embargo, su extraordinaria obra corta "La cruel y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada", fue poco difundida constituyendo una narración desgarradora de la crueldad, insensibilidad y la codicia humana, que más se afianza a lo real y que más se adapta a lo repetible en el ser humano. En Franz Kafka sus obras más difundidas son "La Metamorfosis", "El Proceso", El desaparecido"; empero, su obra "Carta al padre", es la deposición intensa de los intrincados sentimientos de un niño frente a la indiferencia a la evolución propia, que lucha en su corta edad, por reencontrarse con su padre y lo reprende educada y valientemente, sin ahorrarse vocablos enjundiosos y precisos que generan el padecimiento similar a un hierro candente en la psique del padre. Toda esa brillantez de la expresión es producto del desajuste que presenta la vida de Kafka.

Ahora, analizamos al otro Kafka, gracias a la biografía reciente del ensayista alemán Reiner Stach, cuyas fuentes son exhaustivas, hasta apabullantes y desbroza, siendo cosecha de este columnista, aspectos diferenciadores substanciales de lo que conocíamos de Franz Kafka; las propias obras del escritor y sus ediciones críticas, el análisis de las cuestiones como su identidad judía, su vida sexual real y no como la presentaron otros biógrafos sin aproximación; el trasfondo político-cultural de la época, el ambiente cultural de Praga y los pocos conocidos acontecimientos históricos de los que Kafka fue contemporáneo y no infrecuente testigo.

De este modo se desenmascaran especulaciones y mitos, desestimando los clichés habituales que le han endilgado a Kafka, sobre todo al considerarlo un ser marginal, triste y apesadumbrado. Por lo contrario, Kafka estaba integrado socialmente y con fortaleza, pues frecuentaba las tabernas con sus amigos, entre ellos Brod, Werfel, Oskar Baum y Félix Weltsch, practicando deportes como la natación, el remo y la gimnasia. Tenía intensos contactos con Heinrich Mann, Martin Buber y Robert Musil; algunos de sus relatos fueron traducidos al checo y al húngaro y publicados en alemán, aunque, ya se sabe que Kafka escribía en alemán.

�l es el nuevo Kafka porque el año 1910 comienza a escribir sus diarios, luego en los inicios de la primera guerra mundial es el escritor mejor documentado, posición intelectiva que le afectó de una manera más directa de la que dan a entender sus escritos; los años 1912 al 14, fueron de su mejor producción literaria y también de sus experiencias más dolorosas que le dejaron una impronta profunda, como su enfermedad, que le condicionará sus relaciones y le obligará a pasar largas estancias en sanatorios y balnearios, su repentina pobreza al verse obligado a acceder a la jubilación a sus 39 años en un momento de hiperinflación en su país, y su decisión de trasladarse a Berlín con Dora Dymant.

Para desterrar que Kafka fue un ermitaño sin ninguna experiencia con las mujeres se cita verazmente que, aunque no llegó a casarse tuvo amoríos intensos con Felice Bauer, Julie Whohrizek y Dora Dymant, con las que indubitablemente el sexo fue primordial. El aspecto del nuevo Kafka que debe conocer el lector que admira a este especialísimo y destacado escritor es que se aclaran los aspectos más conflictivos de su vida; el enfrentamiento con su padre, que es caldo de cultivo para su obra más expresiva "Carta al padre", su condición de judío que influyó en su sexualidad y como ésta incidía en los conflictos familiares y en su visión del mundo, en sus obras nunca aparecen las palabras judaísmo y judío, su enfermedad, la lucha en torno a la sexualidad y el matrimonio, su actividad profesional y su proceso creador. Las claves de la obra de Kafka se fundamentan en las conexiones entre sus personales y los de su propia vida real, que es una incógnita desveladora y que adiciona inexcusablemente un valor intrínseco a sus obras.

Franz Kafka no era reacio a conocer sus obras, aunque muchas veces ordenó a su amigo Max Brod que quemara sus manuscritos, orden que éste, afortunadamente, desobedeció. Como Cervantes, nunca estuvo satisfecho de su poesía ni de su teatro, y una de sus frustraciones fue la de no haber culminado una auténtica auto biografía, pues era apasionado lector de vidas de personajes

Franz Kafka murió de tuberculosis en Viena a los cuarenta años. No viajó apenas fuera de su país y vivió casi toda su vida en la preciosa Praga. En el decurso de esta nueva y confiable investigación se establece y se despejan algunas dudas en relación con las experiencias trasladadas a sus escritos, que se conocieron a través de su trabajo siempre defendiendo los derechos de los más débiles frente a las grandes empresas. En resumen una riquísima y hasta ahora casi inextricable vida intelectual trasuntada en obras excepcionales.

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