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S谩bado 17 de diciembre de 2016

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Fantas铆a e imaginaci贸n

17 dic 2016

Fuente: hacer-pensar.com

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Podemos distinguirlas. La imaginaci贸n nace de la percepci贸n de la realidad y trata de proyectarse sobre a ella, transform谩ndola. La fantas铆a nace de la pura actividad imaginaria del cerebro y no tiene en cuenta la realidad.

La imaginaci贸n mira hacia afuera, el exterior. La fantas铆a, hacia el interior, trata de crear una realidad aut贸noma.

Naturalmente, pueden mezclarse y confundirse, pero ahora me interesa m谩s distinguirlas. Una y otra se basan en una cualidad b谩sica del cerebro humano: la memoria visual.

Aunque suelen confundirse, su distinci贸n es muy 煤til para entender y valorar las obras art铆sticas y, m谩s en concreto, las literarias.

La imaginaci贸n no pierde nunca de vista la realidad. Parte del hecho de que toda realidad es real y ficticia a la vez, o sea, que nuestra percepci贸n del mundo tiene un fundamento real, pero al mismo tiempo es una interpretaci贸n y construcci贸n imaginaria. Esto lo explica con claridad la f铆sica cu谩ntica.

Consciente de que necesitamos de la imaginaci贸n para construir la realidad, la literatura crea mundos ficticios e imaginarios, pero siempre, de alg煤n modo, conectados con un mundo real (un mundo posible). Por eso exigimos a la literatura que los mundos posibles y ficticios que crea, sean veros铆miles.

Tal como lo dice Arist贸teles en una de sus bastas frases c茅lebres cita "Lo inveros铆mil no es cre铆ble, y lo incre铆ble no persuade ni mueve".

La literatura crea, mediante la imaginaci贸n, mundos internamente coherentes y veros铆miles, cre铆bles. No es lo mismo que reproducir mundos reales o realistas. En el mundo real (cotidiano) nos guiamos por la verdad; en el mundo de la ficci贸n literaria, por la verosimilitud.

La fantas铆a, la imaginaci贸n fabulosa, no tiene en cuenta los mundos reales ni la verosimilitud. No busca descubrir ninguna realidad oculta, ni construir ficciones que iluminen, transformen o cambien nuestra percepci贸n del mundo, sino simplemente evadirnos, entregarnos a la pura actividad imaginativa sin atender a leyes internas ni l铆mites de coherencia o verosimilitud. Esta actividad cerebral m谩s o menos desinhibida, tiene un peligro: la pura arbitrariedad e incoherencia nos cansa. Si todo puede ser de cualquier manera, pues carece de inter茅s (algo parecido pasa con la llamada "escritura autom谩tica" y explica el fracaso literario del surrealismo puro).

Se suele decir que la infancia es el reino de la fantas铆a. No estoy de acuerdo. A los ni帽os no les gusta la fantas铆a; m谩s bien la rechazan. No quieren vivir en un mundo falso, fabuloso, sino real. Se frustran cuando aquello que imaginan resulta ser s贸lo fantas铆a.

A m铆 la literatura puramente fant谩stica me deja indiferente. Yo quiero, como los ni帽os, vivir en un mundo real. Lo que no me gusta es el mundo de la realidad cotidiana, ese mundo tan limitado, donde la imaginaci贸n tiene muy poco que hacer. No me gusta fantasear, me gusta hacer real aquello que imagino. Precisamente por eso la imaginaci贸n no tiene casi l铆mites, como tampoco los tiene la realidad, que supera siempre a la imaginaci贸n y a la fantas铆a.

Porque para ver hay que imaginar. Y para o铆r. Y para pensar. Y para crear. Y para gozar. Y, por supuesto, para escribir.

Fuente: hacer-pensar.com
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