No ha cambiado la estructura productiva del país, en cuanto se relaciona con el crecimiento o sostenimiento de un porcentaje aceptable del Producto Interno Bruto (PIB), en la proporción estimada optimistamente por el sector gubernamental, cuando el empresarial, más cauto en sus cálculos, anticipó una disminución más moderada, pero ajustada a la realidad que se vive en el país.
Los analistas cuestionan algunas "predicciones" en materia económica, las que efectivamente no marchan al ritmo deseado y dejan abierta una brecha que será muy difícil cerrarla en tanto sigamos siendo dependientes "natos" del uso y abuso de nuestras materias primas no renovables como el petróleo y gas y luego los minerales, este rubro potencialmente fuerte, pero en un futuro de largo plazo.
En el otro frente que es también preocupante, se mencionan las manufacturas, la agricultura y el sistema financiero que han logrado cierto ascenso en su contribución al PIB, aunque en una escala todavía reducida, por efecto de su poco y lento crecimiento, susceptible de las variables macroeconómicas del mercado internacional.
No todo está fuera de las perspectivas de crecimiento sectorial en el país, pues hay rubros que mejoran sus índices productivos y anotan algunos puntos de apoyo al crecimiento nacional, es el caso de energía, transporte y la construcción, en los tres casos con algunas dificultades propias del sector, pero con viabilidad de sortear los problemas y avanzar en la dinámica del desarrollo sostenible.
Algo que es parte de la estructura financiera nacional y que ha crecido en alto porcentaje en el rubro de los gastos del Estado, es la administración pública que superó todas las expectativas y aún se mantiene en crecimiento para satisfacer lo que en el mismo Estado se reconoce como el "pago de factura" a la lealtad y servilismo al sistema, aunque este sector no entra en la generación de recursos, al contrario los disminuye y los resta del PIB.
A pesar de que existen algunas contradicciones de temporada o marcadas por los ciclos que generan los fuertes movimientos de la competencia internacional, todavía en nuestro país se mantienen a la vanguardia del crecimiento del PIB, los productores de materias primas, petróleo gas y minerales y algunos de servicios anotados en el rubro de energía, que se perfilan al futuro inmediato por las inversiones que se hacen y que facilitarán tomar posesión de sectores estratégicos, incluso para la exportación.
No hay que dejar de lado, la participación ciudadana directa, que contribuye también al crecimiento del PIB, a través del aporte de sus impuestos, aunque el sistema vigente carga la mayor responsabilidad del hecho tributario en un segmento de la comunidad que es el legalmente registrado y que sin embargo es el menos favorecido con el retorno en obras de su inversión en impuestos, ya que la gran mayoría ciudadana en la que está incorporado el enorme contingente de comerciantes informales, recibe obras, pero lamentablemente es el mayor evasor tributario. He ahí una distorsión entre contribución y beneficio.
Casi al final de otra gestión, es prudente que las autoridades del área financiera nacional, además de informar sobre el cierre de gestión y el movimiento de los recursos del Estado que son los dineros del pueblo, hagan conocer los planes que ejecutarán en la próxima gestión, con miras a superar la economía nacional y permitir a los bolivianos vivir mejor? de verdad.
Fuente: LA PATRIA
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