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Domingo 11 de diciembre de 2016

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Revista Dominical

A propósito de Trump:

Un libro y una película que se complementan

11 dic 2016

Por: Carlos Decker-Molina

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El triunfo electoral de Donald Trump me incitó a leer el libro de George Packer y a mirar la película de Andrea Arnold (una vanguardista inglesa) para introducirme en los Estados Unidos profundo. Luego de la lectura y tres horas de cine, aprendí algo más, pero no lo suficiente.

El libro:

El Desmoronamiento

George Packer escribe para The New Yorker, tiene dos obras de ficción, pero sus clásicos son testimonios periodísticos escritos como novelas, Blood of the Liberals (premio Kennedy 2001) y The Unwinding: An Inner History of the New America (National Book Award). La traducción de Miguel Marqués Muñoz es excelente, igual que el título en español: El Desmoronamiento - Treinta años del declive americano.

Pienso que es un homenaje a la trilogía americana de Dos Pasos, aunque Packer intenta algo mucho más ambicioso y original, porque convierte a su crónica en una pieza de literatura muy cercana a Steinbeck.

Figuran muchos personajes, algunos muy conocidos como Colin Powell o Joe Biden, las historias abarcan desde 1978 hasta 2012. A medida que uno lee va surgiendo un país complejo en sus relaciones, egoísta con los sueños ajenos, destartalado y miserable en lugares donde hubo esplendor, Packer nos va conduciendo desde el sueño estadounidense hasta la pesadilla de hoy.

Es un viaje al interior de la Unión a través de carreteras deterioradas, se pasan ciudades vacías o semivacías, fábricas cerradas, delincuencia al "menudeo".

El paisaje descrito por Packer me recordó un viaje por el viejo Berlín Este y las ruinas que dejó el sistema que desapareció. El derrumbe, fue le única herencia del sistema enterrado en los escombros del muro. Lo comparable es el paisaje, incluido el humano, porque el desmoronamiento yanqui no es producto de la muerte del capitalismo sino de su vigor y vitalidad; se reinventa en plazas baratas a través de mejorar su plusvalía dejando a sus espaldas una tendalera humana.

Las tres décadas de George Packer son el relato de la desregulación, la importancia inconmensurable del dinero en la política y la aparición de una subclase que está más próxima al lumpemproletariado de la primera guerra mundial.

El Desmoronamiento, por sus grises y por su opacidad, se asemeja a un daguerrotipo. El libro de Packer nos presenta una potencia a punto de desplomarse. Me hace pensar que Trump tampoco es la solución.

La película:

American Honey

A Andrea Arnold la conocí con su versión de Cumbres Borrascosas, se trata de una directora de la vanguardia inglesa y sorprende con American Honey porque deja Inglaterra y se va a los EE.UU.; es su primera película en la Unión.

Nos entrega un relato de casi tres horas, a veces reiterativo, con cámara en mano y con un formato pequeño que da la sensación falsa de ser un documental.

Como efecto del tacherismo creció, en Inglaterra una generación llamada "nómadas modernos", circulaban en casa rodantes caminos británicos y europeos buscando la manera de ganar un salario. En la película de la Arnold pasa lo mismo, pero el escenario es EE.UU. y los jóvenes sin hogar y sin futuro recorren en una furgoneta buscando a la esperanza, esa fiel amiga mitigadora de penas y engendradora de sueños ¿la encontrarán?

La primera escena es determinante: Star, una chica de 18 años con un peinado rasta, diminutos shorts y una blusa modesta, está en medio de un contenedor de basura, cerca de un supermercado, buscando comida. La acompañan dos niños blancos, ella es mulata, ¿sus hermanastros? ¿sus hijos?, esperan con los brazos extendidos la comida que ella va rescatando.

Cuando van a marcharse a casa, deben hacerlo a "dedo", pero, nadie detiene su vehículo. La cámara se detiene unos segundos en la ventana posterior del auto que luce una pegatina: "God is coming", tampoco se detiene a ayudarlos.

Cuando llegan a la casa aparece alguien, puede ser el padre de los niños, ebrio, mucho mayor que Star a quien posee con un mínimo de violencia, pero violencia al fin. Star decide entonces huir, pero, antes deja a los niños en un bar donde una mujer que podría haber sido su madre o la esposa del ebrio/violento y por consiguiente madre de los dos niños, no los acepta. "No lo quiero" dice. Star huye y se enrola, luego, a un grupo de jóvenes, deslumbrada por uno de ellos, que, metidos en una furgoneta, viajan de lugar en lugar vendiendo "lectura".

A lo largo del road movie, se muestran el desastre ecológico (petróleo) o la conducción de ganado vacuno por latitudes calurosas en acoplados nada recomendables y, sobre todo las diferencias entre los barrios por donde los jóvenes deambulan vendiendo prenumeraciones de revistas de todo tipo. Pasan por moteles baratos y sucios, se alimentan de "comida basura", beben y se drogan, hacen el amor y consiguen prenumeraciones, mintiendo.

El sueño americano se reduce a ganar unos dólares. El fracaso no es una opción (para la jefa, una veinteañera interpretada por la nieta de Elivis Presley). "Tanto ganas, tanto vales". "Nos vestimos normales si vamos a un barrio pobre, son los nuestros. Cantamos aleluyas si nos encontramos con fanáticos religiosos, subimos la falda si vamos donde los obreros de fábrica o trabajadores del petróleo. Nos vestimos de pobres para dar pena en los barrios ricos. Todo a ritmo de rap como himno, que me recordó la Cabalgata de las Valquirias en Apocalypse Now.

Un camionero le pregunta a Star si tiene algún sueño. Star le dice que es la primera vez que alguien le pregunta eso.

American Honey no quiere producir compasión, tampoco invita a la reflexión al estilo de Ken Loach, es una sinfonía sobre una juventud desplazada y pisoteada nacida en los escombros del desmoronamiento. Jóvenes que tienen ocultos sus sueños, si es que los tienen todavía. Trump tampoco es solución para ellos.

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