Es una paradoja que el Presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma participe en rituales y bailes para llamar a la lluvia, pero por otro lado impulse una ley que permita a las transnacionales realizar exploraciones de hidrocarburos en áreas protegidas, lo cual significará talar bosques, destruir flora y fauna, destruyendo asà el delicado equilibrio de la biodiversidad.
Estudios recientes demostraron que contrario a lo que se pensaba, los bosques no crecen gracias a la presencia de lluvias, sino que más bien, existen lluvias en zonas boscosas, debido a la humedad que generan los árboles y la vegetación exuberante.
Por esa religiosidad inherente en los humanos es que preferimos hacer rituales, ofrendas y bailes en lugar de diseñar una estrategia que nos ayude a proteger nuestro hábitat, nuestro gran hogar que se llama Tierra.
Resulta incongruente que hablemos de preservación y a la vez, a tÃtulo de modernidad y de "vivir bien", destruyamos los escasos humedales y sitios que por su riqueza en biodiversidad debieran ser protegidos en lugar de ser depredados.
La escasez de agua en la ciudad de La Paz, sorprendió a muchos, porque sus habitantes pensaron que era un bien renovable y eterno, pero cuando se abusa de algo podemos llegar a agotarlo, por lo que no sólo es necesario ahorrar y preservar, sino que debemos diseñar estrategias para generar más de este lÃquido elemental y tan valioso.
En lugar de talar, deberÃamos plantar; en lugar de derrochar, deberÃamos ahorrar; en lugar de destruir, deberÃamos construir; en lugar de botar, deberÃamos reciclar y en lugar de depredar, deberÃamos preservar.
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