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Domingo 04 de diciembre de 2016

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Cultural El Duende

Lectura y Libros

04 dic 2016

José Roberto Arze

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TIPOS DE LECTURA. De las muchas tipologías de la lectura, nos acogemos, en principio, a la formulada por el sociólogo francés Robert Escarpit en su precioso libro Sociología de la literatura. Este autor distingue dos tipos principales de lectura: la literaria, que nosotros la llamaremos también "lectura pura" y la funcional.

Lectura "pura" o literaria. Es la que se hace por deleite, por gusto, o puro enriquecimiento espiritual; comprende las siguientes variedades:

- Lectura reflexiva (filosófica y científica). Es quizá la lectura más profunda que se pueda concebir; se orienta a la formación de nuestras ideas y valores fundamentales sobre el mundo, la vida y la naturaleza de las cosas materiales y espirituales.

Lectura histórica y biográfica. Es la lectura que tiene por objeto el conocimiento de los hechos y de los personajes reales del pasado. En buena parte es una lectura "pura", hecha por el "gusto" de informarse o con finalidades "prácticas" tan difusas que podríamos darlas por inexistentes (salvo la lectura de libros eruditos por los historiadores que sí es eminentemente funcional).

- Lectura poética o literaria, propiamente dicha: es la lectura "pura" par excellence. A ella escapa cualquier propósito pragmático o funcional. Su rasgo esencial -como dice Escarpit- es la "gratuidad" de su intención. Tiene varios niveles, tanto en los materiales a leer (que van desde las historietas hasta las cumbres de la literatura universal o nacional), como en el modo de abordar la lectura.

Lectura funcional. Es la que se hace por necesidades o propósitos prácticos. Se lee para algo: para vencer un examen, para dar una conferencia, para responder bien en el trabajo, para curarse, etc.

Sus principales variedades son:

Lectura informativa. Es la lectura que tiene por finalidad conocer hechos y datos, "estar al día" de las noticias y opiniones; es la lectura típica del periódico y la revista.

- Lectura didáctica, o por necesidades de estudio o enseñanza (en la escuela, el colegio, la universidad). Se lee para aprender y vencer las pruebas o para enseñar, dirigir o desarrollar la clase.

- Lectura de investigación, que podríamos llamar también "erudita". Su función es acopiar información y conocimientos generalmente con el propósito de sacar otros productos intelectuales (conferencias y artículos científicos, estudios de consultoría, dilucidaciones históricas, etc.).

- Lectura profesional, o por requerimientos laborales. Es la lectura funcional típica. Por ejemplo, el abogado lee las leyes y fallos judiciales para orientar y/o defender a sus clientes; el juez, para dictar sentencia; el ama de casa lee el recetario de cocina para preparar comidas; el ingeniero lee sus manuales para realizar sus cálculos; el ajedrecista "lee" las partidas de ajedrez para perfeccionarse en el "deporte-ciencia", etc. Se incluyen en este grupo las lecturas vinculadas a la "cultura organizacional" dentro de una empresa o agrupación (reglamentos, manuales de funciones y procedimientos, etc.).

- Lectura doctrinal o ideológica. Se realiza con propósitos religiosos, políticos, etc. en virtud de un deber moral o intelectual, por el hecho de pertenecer a un partido político, a una iglesia, etc.

- Y la lectura terapéutica, que asume un papel "curativo" o por lo menos coadyuvante en los procesos de curación. Las lecturas para "levantar el ánimo", "para relajarse", "para apaciguarse", o para "forjar el carácter", etc., son lecturas terapéuticas y por tanto funcionales. Esta tipología recoge lo principal de la actitud del lector, pero no tiene límites definidos ni coincide siempre con los tipos de libros o materiales a ser leídos.

Otras tipologías propuestas son las siguientes: André Maurois distingue tres clases de lectura: la lectura-vicio, la lectura-placer y la lectura-trabajo. Antonio Blay distingue cuatro tipos: lectura de estudio, de obligación profesional, de entretenimiento y "de gráficos". Dermot McClusky y Héctor Guerra señalan también cuatro tipos: lecturas formativas, culturales, recreativas y de sociedad. Arrnando F. Zubizarreta indica igualmente cuatro: recreativa, de perfección, cultural y especializada. Luis H. Antezana, siguiendo a Didier Coste (y en un plano totalmente teórico) conceptualiza tres clases de lectores (más que de lecturas): el lector ideal, el virtual y el empírico, y como variedades de este último, el pragmático-funcional, el fantástico­emocional, el racional-intelectual y el literario.

TIPOS DE LIBROS. Los libros son objetos (reales o virtuales) portadores de información. De aquí se deriva la posibilidad de "tipificarlos" desde el punto de vista material o intelectual.

Tipología intelectual. Como hemos dicho los tipos de libros no coinciden mecánicamente con los tipos de lectura, pero están relacionados en sus líneas principales. En el lenguaje bibliotecológico se distinguen básicamente dos tipos de libros (o de obras), según la finalidad de la información contenida en ellos: los de lectura usual y los de consulta y síntesis.

- Libros de lectura usual. No es fácil definir el término "lectura usual" (que también podría decirse "lectura habitual"). Lo usó alguna vez Gabriel René Moreno en uno de los catálogos de la biblioteca del Instituto Nacional de Santiago de Chile. Aquí me limito a emplearlo como un término "residual": es la lectura que se aleja de la consulta "rápida", así como de las llamadas "publicaciones oficiales" públicas y privadas (anuarios, memorias, redactores de las cámaras, compilaciones legales, etc.). En buena parte son los libros que circulan en el comercio. Los libros típicos de lectura usual son las creaciones literarias, ya sea en el ámbito de la ficción (novela, cuento, poesía, teatro) o del ensayo (filosófico, sociológico, histórico o estrictamente literario). A estas obras habría que agregar las de divulgación científica (en el sentido amplio de la palabra).

- Libros de consulta (o referencia) y de síntesis. Son los libros que tienen como propósito orientar al lector en la localización (directa o indirecta) de la información, permitiendo el acceso rápido al conocimiento de una o varias materias (bibliografías, directorios, diccionarios, enciclopedias, resúmenes, tratados, etc.).

Según el criterio de inserción de un documento en otro, se tienen, por una parte, los materiales "independientes" (publicaciones monográficas, colecciones de publicaciones seriadas, especialmente las periódicas) y hojas sueltas; y los materiales "no­independientes", o sea los que forman parte de otra publicación (como ser los artículos de revistas y las contribuciones o capítulos en libros).

Enunciemos también la distinción entre información primaria y secundaria (o fuentes primarias y secundarias) que constituye uno de los aspectos principales de la ciencia de la información, pero que no afecta sino de manera remota a la problemática de la lectura. Se entiende por fuentes primarias las que surgen del trabajo cotidiano de los científicos, técnicos, profesionales o creadores artísticos. Las fuentes secundarias son el resultado del análisis y organización de la información primaria (o de otras informaciones secundarias), enriqueciéndose con lineamientos orgánicos, discursivos y sistemáticos, como los resúmenes, las bibliografías, las enciclopedias y diccionarios, los tratados, etc.

Tipología física. Las formas físicas del libro están asociadas históricamente a los materiales usados en su fabricación. Su evolución permite descubrir tres formas o tipos principales: las formas pre impresas, las impresas y las que, a falta de un término más propio, las llamaremos "especiales". La condición previa a la aparición del libro fue la invención de la escritura. Las formas pre impresas del libro van desde las tabletas de arcilla, los rollos de papiros, los pergaminos y otros materiales, hasta los manuscritos en papel. Su interés actual es eminentemente histórico (aunque es preciso reconocer que se trata de una historia apasionante). Estos libros se fabricaban (copiaban) uno por uno. Dadas las condiciones técnicas que pervivieron, por lo menos en Europa y América, hasta fines de la edad media, era imposible pensar en su producción "en serie". La invención de la imprenta constituyó el primer salto que convirtió masivamente en "obsoletas" estas formas no-impresas. Sin embargo, los manuscritos subsistieron por siglos (y aún subsisten) como formas de plasmación de los "originales" y, desde luego, como la forma "natural" de la documentación archivística pública o privada.

Con la creación de la imprenta se entra en una fase histórica que ocupa medio milenio: la de las formas impresas del libro que pueden subdividirse según su tamaño y extensión (grandes, pequeños, "en miniatura", etc.), sus particularidades tipográficas (impresos, litografiados, mimeografiados, etc.) y otras particularidades (encuadernación, tipo de papel, etc.). El reinado del "libro impreso" fue absoluto hasta mediados del siglo XX, pero hoy enfrenta la rivalidad de otras formas. Los libros (como creaciones intelectuales), además de plasmarse en la escritura, pueden adoptar también otras formas especiales, como el libro hablado (grabado en discos, cintas, discos compactos, etc.); los libros táctiles (en la escritura Brayle para ciegos); y los libros electrónicos que, a su vez, pueden estar en soportes reales (flashes, discos compactos) o en sitios de redes telemáticas que culminan en la bibliotecas virtuales que han logrado enorme popularidad en nuestra época.

José Roberto Arze. Cochabamba, 1942. Bibliógrafo.

Académico de la Lengua.

De: "Cómo leer", 2010

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