Martes 11 de mayo de 2010
ver hoy
Fue una enseñanza profunda de Jesús cuando llegó la hora de la plenitud: era difícil que los apóstoles entiendan los alcances de aquella entrega de amor. Simplemente, ante el anuncio del Salvador, se pusieron tristes, y ni siquiera atinaron a preguntar ¿a dónde vas?
Así que, como había sucedido durante todo el tiempo en que compartió con sus discípulos les dijo: “les conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Defensor. En cambio, si me voy, se los enviaré”.
En el cumplimiento del plan divino, tres cosas quedaron manifiestas para gloria de Dios y nuestra salvación: pecado, justicia condena. Y cómo esto no se entendía, y aún seguimos dando vueltas a la razón, Jesús, explicó que el Espíritu Santo despejaría todas las dudas:
El mundo entiende ahora que el mayor pecado, está en no creer en el Hijo de Dios. Y que cuando optó por su entrega total se cumplía un acto de justicia porque retornaba al Padre. Y condena, “porque el Príncipe de este mundo está condenado”.
Fuente: LA PATRIA