Si entendemos que igualdad de oportunidades es ejercer la democracia promoviendo la participación ciudadana en sus instituciones en general brindando oportunidad o acceso a la presidencia o dirección es de sus instituciones a hombres y mujeres, y su renovación continua de estos directorios promoviendo la alternancia de nuevos lÃderes se estarÃa ejerciendo un derecho constitucional como principio del fortalecimiento de la democracia.
El permanecer en cargos directivos más de una gestión tiene sus bemoles, aún la gobernabilidad tenga logros positivos para las instituciones, porque lo inevitable será el desgaste de sus lÃderes y el error de no crear nuevos cuadros lo que ocasionara el debilitamiento de la organización social o partido polÃtico.
La larga duración de algunos regÃmenes polÃticos caracterizados por la ocupación estable del poder de parte de grupos, movimientos y partidos determinados; puede originar su desaparición y la fuga de sus componentes dotados de profesionalidad, dinamismo y experiencia.
La democracia se fortifica cuando existe alternancia y la renovación de liderazgos se deba al resultado de elecciones polÃticas generales, dicha expectativa de instauración o progreso en el desarrollo de la democracia, de otro lado cuando permanecen los lÃderes en el poder por varias gestiones puede generar comportamientos no previsibles en los electores no propicios para un sistema electoral democrático.
Las "largas duraciones" en el poder parecen una anomalÃa, algo que se asemeja a una incongruencia en la vida de una democracia. Por esta razón Cuando François Mitterrand permaneció como presidente de Italia catorce años todos coincidÃan sus criterios cuando decÃan que se trataba de un reinado y no de una presidencia.
Ahora bien, en un sistema polÃtico fundado en elecciones puede, sin duda, ocurrir una alternancia en el poder, pero el sistema en si no puede considerarse propiamente democrático si el sufragio no es universal, y/o el voto no es igual y/o no es libre (para todos).
En sÃntesis la vida pública de un paÃs puede ser considerada democrática si las decisiones polÃticas no caen desde lo alto sobre las cabezas de los ciudadanos, sino más bien son el resultado de un juego en el cual participan, y controlan, los mismos ciudadanos.
En contrapartida, donde las condiciones y las precondiciones de la democracia no sean satisfechas al menos en un grado mÃnimo, puede, sin duda, verificarse una alternancia en el gobierno, pero se trata, precisamente, de una alternancia sin democracia.
(*) Ingeniero
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