El Camino Interno conduce a una supremacía interna sobre el destino, no sólo a través de la contemplación, sino a través del autorreconocimiento y del trabajo en nosotros mismos
Para liberarse de todo lo bajo, como enfermedades golpes del destino o necesidades para abandonar el pequeño yo personal primero se tiene que despertar al Espíritu de la verdad y de la luz.
Se debe aprender a vivir y a actuar no más desde fuera sino desde dentro. Sin embargo antes de que podamos hacer esto debemos encontrar primero el camino desde afuera hacia adentro. Para ello debemos apartar los escombros del yo humano. Así alcanzamos el origen de la fuente que se regala continuamente. Ella es el sol vivo la vida que hace surgir todo que traspasa y alimenta todo lo que existe.
Nosotros mismos debemos convertirnos en el sol interno para brillar de forma autónoma para poder llevar la luz del sol interno a nuestro prójimo.
Si hemos trabajado en nosotros para ser el sol interno y comenzamos a brillar de modo autónomo, nos habremos convertido en consciencia espiritual, es más, en seres divinos, y así viviremos y actuaremos en adelante desde dentro hacia fuera.
Entonces habremos alcanzado el dominio y la supremacía sobre nuestro cuerpo, sobre los nervios, los pensamientos, sobre los estados de ánimo e inhibiciones, sobre toda nuestra condición de ser humano, así como sobre el medio ambiente, las influencias y condiciones de vida, y por último sobre nuestro destino.
Este sendero al Reino del Interior nos es enseñado y mostrado por Cristo. En éste no tenemos que recorrer ningún camino paralelo, sino que aspiramos directamente a la perfección a través del despertar y crecer internamente, a través de la armonía y de una supremacía creciente de la vida. Esto significa que estamos por encima de las cosas de lo humano, aunque nos encontremos en medio de ellas y realicemos nuestro trabajo allí, donde por el momento, estemos situados.
En el camino al Reino en nosotros, experimentaremos que sin concentración y recogimiento no es posible ninguna unidad ni ningún dominio de nuestro yo humano. Sólo a través de una vida consciente en Dios, por medio del cumplimiento disciplinado y concienzudo de Sus leyes y llevando una vida desde el interior, alcanzamos la verdadera supremacía sobre el destino. Sin embargo, solamente a través de la realización, y del trabajo en nosotros mismos -y nunca sólo a través de la inmersión y contemplación de una forma creadora de obrar-, nos volveremos desinteresados y veremos las cosas tal como son y no como aparentan ser. Las indicaciones de vida del terno son claras, pero sin compromisos. Así, el camino directo que Cristo nos muestra, que puede ser recorrido en el tiempo actual, es un camino sin compromisos.
(*) ivanmeden@yahoo.es
Ref. www.vida-universal.org
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