Jueves 01 de diciembre de 2016
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La crisis del agua es una muestra más de la postergación de obras y emprendimientos en sectores esenciales, en favor de los proyectos con supuesto impacto polÃtico: los "elefantes blancos". Sabemos -por fuerza hay que repetirlo- que en la última década la exportación de gas y minerales, por los altos precios en el mercado internacional, fue excepcional. Se pensaba que, con ello, se podÃa lograr el despegue al desarrollo económico y social, y mejorar los niveles de la salud y la educación, de manera que nuestra sociedad sea más saludable y mejor educada. Pero la buena época -ya terminada- fue desaprovechada.
Es ostensible el mal estado de muchos hospitales y centros de salud del Estado por la insuficiente capacidad para atender a la población, por escasez de insumos y medicamentos, por equipos obsoletos y, en ciertos casos, por ejecutivos poco formados. Las colas de pacientes son constantes y hay enfermos en camas ubicadas en pasillos por falta de espacio.
La educación no está mejor. Se ignora que "�alcanzar los niveles educativos más elevados se asocia con consecuencias positivas tanto para las personas como para la sociedad en su conjunto, pues se ha constatado que las personas que alcanzan niveles educativos altos suelen tener una mayor participación social, unas tasas de empleo e ingresos relativos más elevados y una mejor salud" (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE).
En el artÃculo "La educación en Bolivia" (La Prensa, La Paz, 02.07.2013), Fernanda San MartÃn recordaba que, "entre los objetivos del milenio planteados por la Organización de Naciones Unidas (ONU), uno de los objetivos principales es la universalización de la educación primaria". Esto como la primera etapa que, por lo menos en Bolivia, aún está muy lejos de alcanzarse. O será que hay que recordar la acertada y rotunda afirmación de Fernando Savater, "la educación debe formar ciudadanos, no empleados", pues siguen los métodos arcaicos y la influencia poco edificante de un sindicalismo ideologizado que no es impulsor de mejores condiciones para desempeñarse como educadores.