El centralismo y las autonomías

En el caso de nuestro distrito, exceptuando la comunidad Chipaya que concurrió a un referéndum reciente y definió la vigencia de su estatuto, el resto de la población muestra poco interés en la aprobación del Estatuto Autonómico y la Carta Orgánica municipal, dos documentos imprescindibles para marcar el "reclamado" proceso de independencia regional, para eliminar las condiciones de control centralista sobre las decisiones que deberían asumir por cuenta directa, tanto el Gobernador y la Asamblea Legislativa Departamental, como el conjunto del Gobierno Municipal, Concejo y Ejecutivo.

En el otro frente, parece que se avanzó de manera más práctica y en la instancia del Concejo Municipal, estaría lista la redacción de la Carta Orgánica, igualmente un instrumento de operabilidad más directa para encarar transformaciones muy necesarias en el sistema de orden urbanístico, de modo que la ciudadanía pueda desempeñarse en moldes de comodidad y seguridad en sus áreas definidas que son los espacios públicos, ahora invadidos en alto porcentaje por la falta de normas que obliguen al respeto de ordenamiento y derechos ciudadanos, pero además con facultades para crear instrumentos tributarios que mejoren los ingresos del municipio, a cambio de cumplir planes de beneficio colectivo que sean útiles a las mayorías, evitando el despilfarro de fondos y respondiendo a las demandas de una comunidad ansiosa de contar con mayores ventajas en el límite de su territorialidad urbana. Hay que socializar el documento y hacer que la verdadera representatividad de la colectividad local, sea parte de un debate abierto, pero al mismo tiempo creativo para definir el futuro del funcionamiento municipal independiente y respetuoso de sus propias normativas.

No se puede mantener indefinidamente una posición desinteresada en estos dos procesos de orden analítico para aprobar el Estatuto Autonómico y su reglamento, así como la Carta Orgánica Municipal, que se constituirán en su momento en Leyes ineludibles para definir las estrategias del desarrollo del departamento y de la ciudad, pero respondiendo a las urgencias, los anhelos y las verdaderas necesidades del pueblo, eso significa desechar los programas de promoción política partidaria y atender con prioridad lo que sirve para mejorar las condiciones de vida de una comunidad en constante crecimiento.

No se puede dejar de lado indefinidamente el tratamiento de un tema tan importante como el de la autonomía departamental o el establecimiento de facultades que permitan al pueblo exigir lo que necesita y no seguir manteniendo un sometimiento negativo a las disposiciones centralistas. Hay que trabajar en la línea de aprobar por consenso las normativas que marquen el derecho ciudadano a decidir sobre su presente y su futuro.

Fuente: LA PATRIA