Las elecciones presidenciales de Estados Unidos, realizadas el 8 de noviembre pasado, concluyeron con la victoria del republicano Donald Trump, una verdadera sorpresa para muchos debido a las encuestas de opinión que vaticinaban el primer lugar para Hillary Clinton. Este hecho provocó una suerte de terremoto político que dio lugar a una nube de pronunciamientos a título de análisis, descalificando al vencedor por su escandalosa campaña electoral y santificando a Hillary de una manera prejuiciosa y con una casi absoluta falta de visión política que lo único que hace es crear ficciones peligrosas en este mundo globalizado, el que necesita tranquilidad y racionalidad, incluyendo mucho sentido común para resolver los graves problemas mundiales.
Donald Trump, es un nítido representante del sector más conservador y clerical del Partido Republicano, además de caracterizarse por su labia explosiva y vociferante, incluyendo su malacrianza. Es un bocón, pero igual fue elegido por hombres de la clase media blanca "tipo Simpson", con participación de 45% de mujeres votantes, un considerable porcentaje de latinos y afroamericanos y otros sectores minoritarios. Así funciona la democracia, de acuerdo a las simpatías que se generan y a las realidades políticas de cada país. Y comparar a Trump con Hitler, no es más que una exageración que carece de consistencia ideológica y política.
Lo que pasa probablemente es que los "sesudos analistas" se equivocaron en sus pronósticos y de alguna manera quieren descargar sus iras, algo que no corresponde en absoluto desde el punto de vista del equilibrio de opinión que debe existir, especialmente en estos politólogos, sociólogos, economistas, comunicadores, etc. por la naturaleza de sus profesiones y los cargos que desempeñan. El perder la serenidad en estos casos no hace más que resaltar sus limitaciones. Cuando no se entienden bien los hechos, se puede caer en imprecisiones burdas.
Trump, ganó porque las condiciones estaban dadas para que resulte así. La estadística electoral no es una ciencia que se base en evidencias, sino en estados de ánimo variables como el tiempo. Se trata de una disciplina de la economía que procura encontrar la verdad a partir de criterios subjetivos, además que no considera las muestras de un electorado oculto. Entonces, solamente, las encuestas nos permiten orientarnos, son simples referencias provisionales. Lo que no han considerado los que creían en el triunfo de Hillary Clinton es lo siguiente:
1. El desgaste del Partido Demócrata en el Gobierno de Estados Unidos después de 8 años de mediocridad y promesas incumplidas.
2. Las chamboneadas de Hillary Clinton como Secretaria de Estado al haber amamantado al Estado Islámico y a Al-Nusra, destruyendo al Estado más poderoso y laico de África (Libia), convirtiéndolo en un país tribal, desencadenado la guerra civil en Siria y continuado con la destrucción de Irak.
3. La desesperación de amplios sectores de ciudadanos blancos desfavorecidos con políticas desastrosas en lo económico.
4. Las acciones delincuenciales de una parte de los inmigrantes, dedicados al narcotráfico y el pandillerismo juvenil, haciendo quedar mal a Latinoamérica.
5. El peligro de los inmigrantes musulmanes ya que llevan el germen del terrorismo en su propia religiosidad.
6. En un país de las dos caras, de los espectáculos frecuentes, de la hipocresía descarnada, la sinceridad de Trump, no podía calar hasta el punto de asegurar su derrota.
Que lo sucedido sirva de lección a los "gurús de la política". Trump, no será necesariamente un presidente déspota y criminal como aseguran, a lo sumo no superará el promedio de los peores presidentes de Estados Unidos. Lo más probable es que suavice sus alocadas ideas y que la globalización y los inmigrantes no sufran demasiado.
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