Cuentos chinos

No llego siquiera a imaginar lo que sentiría si me entero en este instante que el equipo de mis amores (el gran The Strongest), que jugó el miércoles reciente en la ciudad de Santa Cruz, cuando retornaba a la sede de gobierno, su avión era declarado en emergencia y se llegaba a rumorear la desaparición y caída de la aeronave que los transportaba de vuelta a casa.

No me tocó vivir esa experiencia a Dios gracias, estaba de llegada al mundo y arribaría dos meses después, pero si la vivió el resto del pueblo boliviano, el paceño en especial y los estronguistas de forma singular, cuando el plantel completo (junto a la tripulación y resto de pasajeros) fue a jugar su último partido en la parte posterior del majestuoso Illimani, en un inaccesible sector, paradójicamente denominado "la cancha".

Pero lo que me trae a relatar este episodio de la vida de mi Club no es este hecho en concreto, que ameritaría cientos de emocionantes relatos y anécdotas, sino lo sucedido inmediatamente de ocurrida la tragedia.

Aproximadamente a las 15:15 de aquel 26 de septiembre de 1969, cuando el DC-6B del Lloyd Aéreo Boliviano se aprestaba a cruzar la cordillera Oriental, probablemente un viento de aquellos que abundan a esas grandes alturas precipitó la aeronave rumbo al gigante de tres cabezas que decidió devorarse a esos grandes para inmortalizarlos en la memoria de los atigrados.

Mientras se declaraba la desaparición de la nave, y en la ciudad de La Paz, aún nada era cierto o real, quienes escucharon la tremenda explosión y asistieron al lugar del siniestro fueron los mineros de la mina "Bolsa Negra", que se halla detrás del hermano nevado, el Mururata.

Esta mina, ya mítica hoy en día, es una enorme reserva de Wolfram, mineral increíblemente cotizado en el mundo entero y que es parte de la amplia reserva mineralógica que circunda a toda la cordillera que divide en Bolivia el altiplano del valle y luego del llano.

Que hayan minas en este sector no es ninguna novedad, que las estén explotando bolivianos, peruanos, congoleses o marcianos, hasta hace muy poco a nadie le hubiera importado, pero desde que los rumores comenzaron a cundir, sobre todo en las redes sociales, de que los "chinos" se han apoderado del símbolo de los paceños y que están explotando sus riquezas minerales a manos llenas y encima de todo desviando el agua de nuestro consumo para su producción mineralógica, estos personajes se convirtieron en unos seres horripilantes, capaces de generar la misma bronca que a muchos les generan los gringos, y provocando reacciones que honestamente me sorprenden porque jamás me hubiera imaginado que de pronto quienes ya no están de acuerdo con el proceso de cambio, hubieran agarrado tanta bronca a los orientales de ojos rasgados como en su momento sucedió con los venezolanos o los cubanos.

La irresponsabilidad con la que los funcionarios designados a dedo y en claro acto de prebenda a cargo de la empresa Epsas actuaron, ha provocado una verdadera tragedia en un sector de alta influencia en la ciudad de La Paz. Influencia no por su relación con el gobierno, sino sobre todo por el peso que tiene su voto en las decisiones electorales, cuando los comicios tienen lugar en la sede de gobierno.

La clase media de La Paz, muy ninguneada por la gente que se siente parte racial del proceso de cambio y no de sus principios ideológicos, no tiene la fuerza combativa de las minorías eficaces es verdad pero tiene otro tipo de poder también muy codiciado por el gobierno de turno. Durante las duras jornadas de octubre del 2003, mientras los alteños valerosamente enfrentaron con el pecho la metralla, la población de la zona sur ensayó tímidas marchas rumbo al centro de la ciudad pero cuando los primeros tiros zumbaron en los aires de Chasquipama, la mayor parte de la vecindad sureña prefirió guardar las ansias bajo la cama y esperar que Goni se vaya cuanto antes, pues los rumores de que los combatientes de El Alto puedan bajar a saquear sus barrios les hizo temer realmente lo peor, y no porque tuvieran mucho miedo, sino porque dicho enfrentamiento entre hermanos paceños no tenía sentido alguno.

Son dos condiciones las que le dan un verdadero valor a este sector de la ciudad de La Paz, por un lado, es la que más impuestos paga y eso equilibra de gran forma el poder económico de la zona norte de la ciudad donde un metro cuadrado de vereda puede llegar a valer más que diez de la misma medida en la mejor zona residencial. Pero el verdadero valor que le da la clase política a la población austral de la ciudad de La Paz, es su poderoso valor en el voto y en la decisión de elegir a sus gobernantes.

Ante todo es un voto consiente, es un voto que califica y clasifica, puede votar en equilibrio a unos y otros, escoger entre las virtudes y defectos de los aspirantes a su confianza y de ninguna manera podría ser un voto orgánico y sojuzgado como les gusta ejercer a muchos de los que hoy se encuentran al mando de la nación.

Por eso, cuando quienes quieren defender al presidente, como si la bronca de quienes están sin agua fuera un ataque a la persona y no así a la gestión, ninguneando a los pobladores afectados con la falta de agua por culpa de la ineficiencia y falta de previsión, cometen un enorme error.

No van a reflexionar a nadie ni van a saciar su necesidad tratando de falsificar a sus líderes y condicionándolos a un movimiento político, como si además fuera un delito hacer algo o mucho de política en un país donde después de la religión la segunda actividad absolutamente natural de todos los bolivianos es el ejercicio bueno o malo de la política.

Este problema da para largo, y las soluciones sólo pasan por buscar cómo aliviar de alguna manera la terrible situación por la que mucha gente está atravesando, sobre todo hospitales, centros geriátricos, negocios y tantos otros que van a entrar en situación de crisis muy pronto y que el gobierno, en lugar de buscar a quien o con quien compartir la culpa y desgracia, reflexione y deje de desestimar la meritocracia.

Que esta experiencia les sirva para entender que si quieren realmente tener éxito en su gestión es mejor que dejen de valorar la lealtad por encima del conocimiento.

(*) Es paceño, stronguista y liberal