Hay situaciones que, especialmente en tiempos de crisis como la que vivimos, es preciso tener en cuenta y combatirlas enérgicamente cuando atentan contra el país, cuando sus graves consecuencias afectan a todo el pueblo y comprometen su desarrollo, progreso y futuro.
Estos son los casos del narcotráfico debido a la producción excesiva de hojas de coca que son convertidas en cocaína; al contrabando o ejercicio ilegal del comercio que atenta contra los intereses del Estado y complota contra la moral del pueblo.
Son muchos males que nos postergan y no debe seguir la impunidad para ellos. Son males que incitan a cometer delitos y acciones contrarias a la Constitución y las leyes porque destruyen las virtudes, valores y principios de gobernantes y gobernados y éste es el caso de la corrupción que se ha institucionalizado en muchos aspectos de la vida nacional. Otro mal es el ejercido por quienes no tienen conciencia y cuentan con mucha cobardía e instintos criminales para maltratar, herir, lastimar y matar mujeres; males como la violación de niños y mujeres por parte de jóvenes y adultos que no respetan a nadie porque creen que cada persona debe ser víctima de su insanía.
La ineficiencia, la deshonestidad en la función pública o privada, que es practicada por la ignorancia o descalificación en principios, educación, cultura y moral de quienes ejercen funciones que no están acordes a las leyes. Hay males que descalifican a quienes pregonan moralidad, decencia y dignidad pero no saben nada de su ejercicio y práctica que debe ser permanente. Males que afectan al país porque no se tiene en cuenta los derechos de la naturaleza que merece respeto, cuidado y consideración porque es bien que beneficia a la vida de la nación y de toda la humanidad.
Males de comportamiento y ninguna práctica de sentimientos de caridad, servicio, decencia, limpieza y rectitud por parte de los que buscan sólo la satisfacción de sus propios intereses o de grupos que son ajenos a tener conciencia de país y de bien común. Países que buscan proscribir los males que laceran su vida institucional han enviado a los tribunales de justicia a los que ejercieron funciones públicas o privadas pero sirviéndose de ellas sólo para lucro personal y causando daños inmensos a la institucionalidad.
Todo muestra que ha llegado el tiempo en que gobernantes y gobernados, en conjunción de valores y sentimientos, decidamos actuar en contra de esos males que podrían destruir al país y sus instituciones. Tiene que surgir el propósito, si se quiere como una misión, especialmente en los que poseen poderes políticos, económicos, sociales o de cualquier naturaleza porque ello permitirá que ellos mismos alcancen sitiales de consideración y respeto por parte de toda la comunidad nacional.
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