En este caso, como en otros de judicialización de la polÃtica, el Gobierno tiende a construir sus enemigos, para reforzar su propio autorreconocimiento y cohesionar a sus bases, pues el fantasma de sus peleas internas y la falta de imaginación de la oposición de derecha los afecta; asÃ, fiel a su estilo rocambolesco, recita su verdad: Mesa culpable, no debe hablar. Se le debe quitar la fuerza de sus actos de habla manchando su imagen, pero sobre todo porque hizo público y suma seguidores en las encuestas. El perfecto enemigo a vencer, desde la ventaja del aparato de poder. Y no es simple majaderÃa de gobierno, como cuando arremeten contra la iglesia, no. Esta vez se trata de algo más, perseguir y sancionar la competencia, la capacidad de decir, y decir bien las cosas. Sin ambigüedades.
Sin embargo, muchos sospechamos que ya es tarde. Mesa no dejará de hablar. Ya lo hizo y queda su eco que para el gobierno es ruido a su propaganda, es percibido como un problema, un obstáculo a superar y no importa cómo, incluso usando las malas artes y a los mandados y obsecuentes de siempre.
En ese ir y venir, de la corte al palacio, el poder ha puesto en funcionamiento un dispositivo, en palabras del maestro Umberto Eco: una máquina de arrojar fango, que por hoy está a cargo de alguna prensa y justicia pro-gubernamental, construyendo pruebas, "arrojando sombras de sospecha" por doquier y propalando discursos con los infaltables correveidiles, rodeados de sus guaruras y sus frondosas comitivas de dirigentes tan predispuestos siempre a viajar y cobrar viáticos que, al final, uno no sabe si con recursos programados, gastos reservados o ambos a la vez. El poder de turno ha sentenciado a Mesa, el historiador y ex mandatario, la operación está en marcha: el enemigo, debe dejar de decir, debe escarmentar.
Pero Mesa ya habló y convenció. No será entonces una pantomima exagerada de virrey, legislador, juzgador, vocero y carcelero que, desafiante desde su zona de confort, arremeta contra quienes saben que la canallada se inspira más por el afán de venganza e impotencia frente a quien sabe y tiene capacidad de decir lo que dice. Pero, en fin, Mesa no necesita retórica que lo defienda, se basta y sobra solo, pero es bueno que sepan que en la sociedad hay vigilantes a las desproporciones de los inquilinos del poder, sà a los inquilinos del poder.
La gente duda de los argumentos de la máquina de arrojar fango del Gobierno. Son más grandes las fortalezas del ex Presidente que sus debilidades. Pese a que ya muchos lo dicen, hay que insistir en la sospecha. Buscan la quiebra moral, no la deben alcanzar.
(*) Abogado y tiene cursos de postgrado en áreas de polÃtica y gobernabilidad
ondarzasalas55@gmail.com
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresÃa Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del dÃa en PDF descargable.
- FotografÃas en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.