Rodolfo Hinostroza (Lima, 1941 - 2016) Poeta. Ha publicado, entre otros, los libros de poesía: Consejero del Lobo (1965), Contranatura (1971), Poemas Reunidos (1986), Memorial de Casa Grande (2005) y Nudo Borromeo y otros poemas perdidos y encontrados (2008)
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Escena prima
La cadenza
en el fondo del jardín
caballeros laberínticos
la mano que deja caer
la mierda se llena de rocío
has escuchado
este mismo canto en tu infancia
llamados en los largos corredores
I love you I hate you
la avidez de la boca me ahoga
Quiero Quiero Quiero
morder despedazar devorar
apoderarse del cuepo de un dios
Ser un Dios
& el flipping down
sobre el diseño de la alfombra
Quién soy yo
Qué es lo que he comido
Hay un vómito
que se prepara hace milenios
debo escupir algo
que tal vez soy yo mismo
remontando los ríos con la boca
tocando a fuente del desprecio
Eres una mierda
te niego / te arrojo
No existes más
Has existido en sueños
los velos de muselina
acariciaron tu rostro
viviste contemplando
un abrazo perfecto
deforme como tú
y te irás sin saber sin entender
que ese sonido metálico clang
en las entrañas
limitando minuciosamente
tu cuerpo / con odio
My Heart my heart my heart
Why have you left me alone
bajo LSD 25
Pánico
la conciencia del abismo
(v. Pascal)
y la espalda de un hombre que se aleja
Tanto penar para morirse uno
He sufrido por mi padre
he sufrido por mi madre he
sufrido por mí
y quieren que siga sufriendo
He comido algo malo
debo expulsarlo de mi cuerpo
Lo que es malo para mí
es tal vez bueno para ti
Lo que es malo adentro
tal vez es bueno afuera
Tal vez arrojar mi mierda sea bueno
y al contacto del aire - - -
Qué hay afuera
Guerrino Meschino
El Caballero de la Rosa
El que atraviesa 7 mares 40 desiertos
El que pierde la flor
El niño que persigue a su madre en el
patio cuadrado
con un vaso de noche en la mano
Dime dime que es la más bella
Dime que es la más grande
Dime que soy bueno
Dime que me amas
Ne me quittes pas
Has expuesto tu cuerpo
tembloroso a miradas
y caricias que no han llegado jamás
Tu cuerpo no es un jardín
Todo lo que está herido hiede
Todo lo incompleto hiede
El hedor es terror
I hate you
Tu memoria deja trazos
incandescentes en las letras
Vuelve a mirar lo que has visto
Padre
Lima arde arden
Madre
Qué has visto a 12° Sur
cuando el perezoso sol atravesaba
el Equinoccio de Primavera?
Relato de Otelo
¡Sí, te amo! Y cuando no te amo
vuelve otra vez el Caos
Shakespeare
Cierta vez, en Aleppo,
sí, fue en Aleppo donde
me desgracié con ese turco circunciso:
le ceñí con sus propias babas,
y su lengua morada escupió las
plegarias, y así
salvé mi vida. Esta vida
que tan poco valía,
y que hoy pesa en tus / manos
como un cofre de ébano. Signorina.
Aunque yo caigo
tumbado sobre un sueño de paz
roto por las matracas de la guerra,
nada se habrá perdido
si es que no te he perdido
Aunque yo caiga sobre los amargos
tablones del recuerdo,
y recoja el final de la experiencia,
y encuentre que sólo es un ave
mojada
y el término y sentido
de este viaje se extravíen
como arras oxidadas de algo
que no ocurrió, nada se habrá perdido
si he logrado hacerme amar por ti.
"¡Moro! ¡Por quién has combatido!".
"¡Moro!
¡Para qué has combatido!",
me gritaron los jinetes ociosos
viéndome hablar contigo.
Y en verdad, Signorina,
después de este
feroz ascenso de flecha malherida,
he vuelto la cabeza
para ver quién servía,
y no he encontrado a nadie.
Pero os tuyos
escupen a escondidas cuando paso,
y los míos me niegan, y ese
callado
impulso de grandeza
que me arrancó de esclavos y galeras
ha cesado, y es como si de pronto,
en la alta noche
el rumor de la mar cesara,
despertándonos,
y el helado temor y la premonición
trepasen la garganta como / arañas.
Hacia Chipre, una vez,
un insolente rubio me dijo
que yo apestaba a rata. No pude sino
herirlo
y entonces me arrojaron del barco,
y quedé solo otra vez,
por mi olor, por mi piel,
por esta mirada que ahuyenta a los
búhos. Y quedé
solo
después de haber contado
una penosa historia
de brutalidad y miseria,
de espantos y gargajos, y de una avidez de
amor
arriba de la piel, debajo de la piel
tensa como un tatuaje, Signorina
Adolescente que despierta
Una deliberación del ala
y la tormenta es lo que cae cuando
la agria balandronada
de los sueños se pega al paladar
y el muchacho despierta en la mañana
penetrando el espejo con un grito.
La estridencia que acecha
en la materia de los violoncellos,
el enemigo bosque
turgente como una curva embreada,
someten bruscamente
su furor y su régimen.
Y el muchacho despierta en el silencio
tatuado por el vuelo de un mosquito
y el terror se evapora con el sol
que empuja levemente al aire perezoso.
No ha crujido la rama ni se ha partido el
trueno
y el burro blanco rumia
bajo el sol de noviembre. No habrá noche
esta vez,
ni el sol tirará de sus redes
llevándose este suave calor a las
sentinas.
Y el zumbido infinito de la queresa, indica
que el tiempo no transcurre.
(Esta misma mañana podría suceder
toda una historia de gorriones
y de bárbaros, un confuso ajedrez
de mil mundos guerreando
sobre la palma de una mano, un mismo
verbo
gimiendo y levantándose
como un licor amargo
en los zócalos de las ciudades. Aquí
sólo el silencio es música;
y las leyes del cielo tiran inasibles
plomadas
de inmensas catedrales.
El tiempo avanza y vuelve
a retroceder como una pulsación,
y hay algo de paz y levedad en el
conejo,
y ese musgo que crece
sobre los yesos apagados y húmedos.)
No habrá más noche ni lloverá de noche,
y toda el agua cabe en una espumadera,
y el muchacho
ha de lavar su cuerpo
con ese jabón áspero, bajo esa luna
transparente,
comida por el sol, casi
un trapecio de niebla.
Huele a escorzonera y la piel de conejo.
Crecen
y caen reyes en las aguas del tiempo detenido.
No volverá a dejarnos
la luz del sol en ese frágil burladero
del sueño, que convoca
las furias y las penas.
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