Hace ochenta o noventa años, cuando todas las máquinas comenzaron a zumbar, casi (como parecÃa) al unÃsono, ciertamente el lenguaje del hombre comenzó a ser afectado por el absoluto staccato de las máquinas. Y la poesÃa de las ciudades amplificó esto. Whitman era un remanente del pasado, entonando el Canto a mà mismo. Y Sandburg, otro, cantando sus sagas. Y Vachel Lindsay acompañando el canto con ritmos de tambor. Y más adelante estaba Wallace Stevens con su armoniosa "música ficta". Y estaban Langston Hughes y Allen Ginsberg, salmodiando sus mantras, cantando a Blake. Hay otros todavÃa en todos lados, poetas del jazz y poetas acompañándose con instrumentos de cuerda y plañideros llorones en las calles del mundo, haciendo poesÃa de lo urgente insurgente. Ahora, poesÃa del inmediato yo del instante, el encarnado carnal yo (como D.H. Lawrence lo llamó).
Pero la mayor parte de la poesÃa fue atrapada en el tipo caliente del linotipo y ahora en el tipo tan frÃo de la computadora. No hay canto entre los typeadores, no existe el canto en nuestra arquitectura concreta, nuestra música concreta. Y los ruiseñores todavÃa pueden estar cantando en las cercanÃas del convento del Sagrado Corazón, pero apenas podemos oÃrlos en las tierras baldÃas de T.S. Eliot, ni en sus Cuatro cuartetos (que no pueden ser ejecutados con ningún instrumento y aun asà son la prosa más bella de nuestro tiempo). Tampoco hay canción en la baldÃa prosa de los Cantos de Ezra Pound, pues ya que no son cantos pues es imposible cantarlos. Ni en la prosa pangolÃn de Marianne Moore (que definió su escritura como poesÃas a falta de un nombre mejor). Tampoco en la gran prosa en verso blanco de Karl Shapiro hallaremos el canto, ni en el lenguaje más allá de los lÃmites de la urbe de William Carlos Williams, no lo encontraremos en el plano lenguaje de su Paterson. Todo esto es aplaudido por lo que aplauden los profesores de poesÃa y los reseñadores en todos los mejores lugares, ninguno de los cuales cometerá el pecado original de decir que la poesÃa de algunos poetas es prosa en la tipografÃa de la poesÃa -tampoco los amigos del poeta nunca se lo dirán, tampoco los editores del poeta jamás se lo dirán- es la más estúpida conspiración del silencio en la historia de las letras.
Lawrence Ferlinghetti. Poeta estadounidense (1919).
Tomado de: "Poetry as Insurgent Art" - versión Esteban Moore
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresÃa Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del dÃa en PDF descargable.
- FotografÃas en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.