El Poder de la Verdad no es lo mismo que el Poder de la Información y para alcanzar esa verdad que busca el periodista, primero y ante todo debe tener credibilidad, porque no se trata simplemente de ofrecer la información, sino más bien una adecuada orientación para llegar a la población la información responsable, oportuna y bien contextualizada.
El manejo de la información ya es poder y todo depende de cómo se maneja, puesto que la información oficialista siempre y en casi todas las naciones del mundo está destinada a mostrar una imagen maquillada, arreglada y hasta conveniente e interesada de la política de Estado para “beneficio del ciudadano”. Sin embargo, si hay crítica a esa política con mucha facilidad el periodista es identificado como opositor, porque sencillamente no sirve a los fines, propósitos y objetivos de la ocasional administración de gobierno.
Esto con frecuencia ocurre en nuestro país, donde los periodistas son intimidados, condicionados y hasta identificados como contrarios al gobierno, cuando se pretende que se haga conocer la dinámica social del Estado como meros enunciados que no siempre son posibles con el manejo de la información en el campo político, social y económico, porque muchas veces esa “responsabilidad periodística” se ha traducido a la simple legitimación del discurso de la denominada “clase política”.
Empero la idoneidad profesional, la responsabilidad con la opinión pública, la defensa irrenunciable a la libertad de expresión y el derecho al libre acceso a las fuentes de información muestra que los periodistas, saben responder con valentía y entrega cuando se han suscitado momentos de reafirmación popular, para cumplir a cabalidad su papel de mediatizadores entre la sociedad y sus instituciones.
Denunciar lo que acontece con sustento, prueba y honestidad es la mayor muestra del Poder de la Verdad que legitima el Poder de la Información, porque el manejo noticioso no puede limitarse a la simple transcripción de antecedentes o detalles de lo ocurrido, sino que debe permitir conocer al lector, radioescucha y televidente los elementos que sustentan esa verdad que se transmite y, en esa exigencia ética la prensa desempeña un papel fundamental tanto en democracia e investigación de hechos y personas, como en la sanción pública que puede equivaler a juicios positivos o negativos.
El transmitir o transcribir simples detalles de lo ocurrido convierte a los medios de comunicación en amplificadores de hechos noticiables y no el correcto manejo de la información que además deber estar contextualizada, para ayudar a la población a ubicarse en el momento y lugar preciso que se generó la noticia. El periodismo pierde su rol fiscalizador asignado en la vida democrática al no ejercer la función crítica frente a la actitud de los poderes públicos, peor aún si se utiliza la evasiva de que han cambiado las condiciones sociales y políticas, lo que resulta ser un justificativo baladí para limitar el accionar y los derechos a la libre información que propugnan las organizaciones gremiales de los periodistas y el derecho a estar bien informado que tiene el pueblo.
Para manejar adecuada y responsablemente el Poder de la Información que muchas veces, sólo por algunas horas pretenden tener los políticos, debe imperar la ética profesional, escudo que tiene el periodista para defender y buscar la verdad de los hechos noticiosos que le permite actuar con justicia para defender los derechos ciudadanos y con entera libertad informar sobre lo que acontece, evitando toda posibilidad de manipulación y el uso instrumental del medio en función de intereses personales, manteniendo inclaudicable el principio de defensa de la libre expresión, el derecho a la libre opinión y del libre acceso a las fuentes de información.
En ese sentido esta vigente el desafío y compromiso que tienen los periodistas desde los medios de comunicación ante la sociedad al ser los grandes transmisores de modelos de vida, cuando muestran cómo se puede vivir en formas diferentes. Señalan la existencia de valores, comportamientos, culturas y actitudes diversas, al extremo que hacen que la visión del mundo sea pluralista y extensa y no se agote en el estrecho marco de la rutina y la monotonía.
Los medios y los periodistas no deben crear falsas expectativas, que en muchos casos no se pueden cumplir ni respaldar metas sociales nuevas que se esperan alcanzar y que son resultado de discursos políticos rimbombantes para adormecer y postergar indefinidamente las aspiraciones de la población en su conjunto.
El periodista asumiendo el compromiso de la conducción responsable de los medios de comunicación, para orientar a la población con adecuada información, tiene la misión de preservar la libertad de prensa, que constituye la base y esencia de todo Estado para vivir en democracia y que ahora se pretende conculcar con el pretexto de haber obtenido una mayoría electoral, que si bien es cierto, pero no debe servir para quebrantar los derechos ciudadanos. Esa libertad de expresión se la ejerce con la libertad de acceso que tiene el periodismo a las fuentes de información, un derecho que asume en representación del pueblo para fiscalizar el adecuado manejo de la cosa pública, denunciar el cohecho y la malversación, identificando a los responsables de la comisión de esos delitos para evitar que los corruptos reciban reconocimiento social.
Por eso este 10 de mayo que se recuerda el Día del Periodista Boliviano, los hombres y mujeres de la prensa, deben reafirmar su férrea voluntad de mantener incólume las defensa de la libertad de expresión, el acceso a las fuentes de información y el derecho a la información veraz y oportuna que tiene la población, pilares del Poder de la Verdad y la Información. Felicidades colegas periodistas.
(*) Periodista
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