Lunes 10 de mayo de 2010
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Editorial y opiniones
Entre columnas
No somos pollitos de granja
10 may 2010
Por: Rodolfo Mier Luzio
Mientras existen periodistas que están cotidianamente preocupados en buscar las mejores herramientas que los hagan más éticos, mucho más apegados a la verdad y a la realidad de los hechos; honestos en todos sus actos del diario vivir y en el ejercicio de sus postulados. Existe, también, una verdad incontrovertible, hay otros que están en contramano a esos propósitos.
En el pasado, los periodistas enfrentamos dictaduras, denunciamos permanentemente, y con valentía, la corrupción, como práctica permanente de la clase política. Hoy, se defiende la democracia, la institucionalidad y las leyes en medio de amenazas, atropellos y afrentas. Es decir, el periodista es, a no dudarlo el defensor más creíble en una sociedad donde son cada vez más las actitudes que buscan dividirnos y enfrentarnos, con el único propósito de buscar hegemonía y totalitarismo, en medio del caos. El periodista, pese a que es estigmatizado, por de lo contrario, busca cotidianamente la unidad y la paz, como únicos medios de lograr el desarrollo de nuestra patria.
El periodista es un intérprete de su tiempo; y quienes se esfuerzan en hacer creer lo contrario, sólo están preocupados que se les enrostre sus yerros y se les recuerde que nadie es perfecto, pero es perfectible, y que su actuar puede ser corregido para bien de Bolivia. Cuando escuchamos decir a un periodista, desde el palacio de Gobierno, que “la prensa es cada vez menos creíble”, no podemos sino esbozar una sonrisa porque viene de quien otrora fingía como dirigente sindical del gremio al que ahora fustiga, sin acordarse que en el pasado defendía la libertad de expresión y la libertad de pensamiento, con apasionado fervor sindicalista. Eso, no nos puede sino hacer pensar que existen periodistas de vocación y otros, felizmente contados, que han puesto su pluma y su conciencia, al servicio de intereses subalternos.