Esta visto que la actividad de la prensa libre es un freno al abuso de poder y a las acciones de corrupción que se presentan y al ser denunciadas reciben las respuestas más insólitas para evadir responsabilidades, hasta que finalmente se comprueban los hechos con investigaciones de prensa que naturalmente no son del agrado de culpables y encubridores.
Es muy claro el proceso de información y denuncia no sólo en nuestro país, en realidad y según lo explicó recientemente un experto sucede lo mismo en casi todos los países de la región sólo con variables mínimas en la forma de reacción de los políticos que ostentan el poder.
Hay un fenómeno reconocible y es el que muestra cifras interesantes en el comportamiento de popularidad de varios gobiernos que sujetos a tales índices configuran sus posiciones para rebatir la información de la prensa libre que generalmente denuncia atropellos y hechos de corrupción.
Se rescatan de varios análisis las condiciones en que se desenvuelven los periodistas, trabajando denodadamente para cumplir su misión de informar con veracidad, la aceptación de los grandes conglomerados sociales a ese derecho de leer, ver o escuchar lo real y evidente, aspecto que sin embargo incomoda y molesta a los políticos que se equivocan y no quieren reconocer sus errores.
Como los hechos públicos son parte del acontecer diario la mayoría de los mismos trascienden de manera directa en la opinión pública que confirma todas las alternativas con los medios de comunicación que dicen la verdad y no ocultan absolutamente nada… confirmación que sólo otorga la prensa libre.
¿Cómo frenar la tarea valiente de los medios y los periodistas? He ahí el dilema de los que tratan de minimizar las tareas de la prensa y se encuentra el modo de hacerlo a través de la aplicación de medidas restrictivas hacia los medios de comunicación y contra quienes hacen ejercicio periodístico utilizando los canales más comunes en la prensa escrita, televisiva y radial.
En la actualidad en varios países, incluyendo el nuestro, se trabaja en los niveles oficiales en la elaboración de proyectos de leyes para controlar de manera directa a los medios de comunicación y esa intención puede prosperar en la medida que funcione el “rodillo” oficialista y apruebe cualquier documento lesivo a la libertad de expresión y la libertad de prensa.
Es importante que las organizaciones que agrupan por un lado a los medios y las que cobijan a los periodistas asuman la defensa intransigente de las libertades vigentes y exigiendo mínimamente el derecho a participar con representantes reconocidos en las tareas previas de analizar, proponer, debatir y finalmente consensuar las disposiciones que “regulen” el funcionamiento de los medios y el trabajo de los periodistas, extendiendo tales medidas con todo su efecto a los medios estatales y al personal de los mismos, donde actualmente no hay limitaciones ni mucho menos agresiones.
En una fecha tan significativa como el Día del Periodista, hay que saludar a los hombres y mujeres que se arriesgan diariamente para informar con veracidad y responsabilidad a la opinión pública y lo hacen esperanzados en el respeto a las leyes y la vigencia plena de las libertades de expresión y de prensa que no pueden vulnerarse en un Estado de derecho donde la democracia lo es todo. La ciudadanía debe saber que sin prensa libre su derecho a informarse estará seriamente afectado.
Fuente: LA PATRIA
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