Con 25 años y apenas dos y medio como internacional absoluto, Antoine Griezmann se ha convertido en el hombre más importante de la selección francesa, el eje sobre el que debe girar la subcampeona de Europa en los próximos años.
Las estadísticas del delantero del Atlético de Madrid en 2016 así lo acreditan, pero también lo pone de manifiesto la falta de alma, de espíritu y de rabia con la que los "bleus" jugaron anoche frente a Costa de Marfil (0-0) sin el faro que guía sus pasos.
Griezmann ha sido el máximo goleador de la selección francesa en el año en curso, empatado con Olivier Giroud, con ocho dianas, pero además ha sido el mejor asistente, con seis pases decisivos, lo que le convierte en el jugador más determinante del equipo.
Un equipo que cierra 2016 con el mayor porcentaje de victorias del mundo, un 76,5% de los 17 partidos disputados y que se quedó a una de las 14, lo que hubiera sido un récord absoluto en la historia de Francia.
Aun así, los "bleus", liderados por el menudo Griezmann y sin el defenestrado Karim Benzema, cosecharon tres triunfos más que la Argentina de Leo Messi, la Portugal de Cristiano Ronaldo o la Alemania campeona del mundo.
De la mano del atacante del Atlético de Madrid, Francia ha encontrado una identidad, perdida durante los últimos años, desde que el equipo descarriló en el Mundial de 2010, y su pléyade de estrellas perdía sistemáticamente en la comparativa con la generación anterior, la que se consagró campeona del mundo con el liderazgo de Zinedine Zidane.
A Francia le costó encontrar un nuevo rumbo, un nuevo líder, y solo lo hizo cuando eclosionó el joven rubio atacante formado en España, que entró de puntillas en el grupo de Didier Deschamps, pero fue escalando rangos hasta convertirse en su líder.
Griezmann tardó en abrir la puerta de la selección. Pese a sus buenas actuaciones en la Real Sociedad, el club al que llegó con apenas 14 años, las puertas de la absoluta le estuvieron cerradas por sanción.
Junto a otros dos compañeros, Griezmann, abandonó la concentración de la sub-21 antes de un partido esencial para ir a una discoteca de París. La aventura salió a la luz y el atacante fue sancionado con dos años de suspensión de toda selección francesa.
Una pena que Deschamps aplicó a rajatabla, incluso de forma ejemplarizante, para mostrar su intransigencia con toda falta de comportamiento.
Solo a partir de 2014 el atacante, que ya se había convertido en una estrella en San Sebastián y que estaba en el punto de mira de los grandes clubes europeos, abrió la puerta de la absoluta.
Fue en un amistoso contra Holanda en Saint Denis (2-0) en el que fue titular.
A partir de ese momento, Griezmann se ocupó, primero, de hacerse un hueco en el grupo que, unos meses más tarde, iba a disputar el Mundial de Brasil de 2014.
En aquella competición demostró tener personalidad y no miedo para afrontar mayores responsabilidades. Sus lágrimas en el césped tras la derrota contra Alemania en cuartos de final del Mundial resumieron la frustración de un joven equipo que todavía no era capaz de alcanzar la ambición que despertaba.
Para Griezmann, aquella herida fue una fuente de motivación que se fue agrandando a medida que crecía, también en paralelo en su nuevo club, el Atlético de Madrid, donde pronto se convirtió también en el factor determinante.
Al oriundo de Macon, le falta solo dar el salto que aportan los títulos para superar una nueva dimensión. Se quedó a las puertas con el Atlético de Madrid en la Liga de Campeones y con la selección francesa en la Eurocopa. Superar ese escalón es lo que marca la diferencia entre los grandes jugadores y las leyendas.
Fuente: París, 16 (EFE).-
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