Dicen que lo importante para encontrar una buena respuesta es hacerse una buena pregunta. Todos los libros pueden ayudarnos de una u otra forma a comprender mejor situaciones, retos, actitudes, relaciones y miedos. Nos identificamos con personajes, situaciones y podemos aprender nuevas formas de vernos a nosotros mismos, pero tenemos que tener claro que sólo existe una ayuda efectiva: la nuestra.
Podemos conectar con el mejor psicólogo del mundo, o con el experto más excelente del tema que tenemos que solucionar o leer los mejores y más rigurosos libros de autoayuda, que si no tomamos la decisión de implicarnos, de afrontar la situación emocional, sino estamos dispuestos a arriesgarnos, dispuestos a darlo todo, el resultado será el fracaso. Nos refugiamos en los libros de autoayuda, con la ilusión de que entre sus páginas encontraremos las respuestas que buscamos, con la expectativa de que nos sacarán del atolladero y nos ayudarán a recolocarnos de nuevo con sólo leerlos. Algunas personas esperan que el libro haga el trabajo por ellos y se decepcionan.
La eficacia de un libro no depende del libro mismo, sino de la persona que lo lee. Un libro o cualquier herramienta de autoayuda será útil si el lector se hace las preguntas adecuadas ante lo que le toca y le impacta de la lectura, si se toma su tiempo y conecta con las emociones que le produce, si tiene a mano, junto con el libro, un cuaderno en el que vaya escribiendo su propio libro con sus experiencias. La gran dificultad y el miedo real, está en el temor a preguntarnos. Y si no nos atrevemos a ponernos claros con nosotros y preguntarnos realmente, no encontraremos las respuestas que buscamos.
Cada uno está dónde está, en el momento vital en el que encuentra, con el pasado que tuvo y el presente que tiene, con su vivencia y con su experiencia y ¡asà está bien! Lo que valoramos como "ideal", es solo una invención de la mente con la que podemos llegar a confundirnos y que, en muchos casos, nos encamina a movilizarnos, en direcciones diferentes de las que son inherentes a nuestro ser, nuestra esencia. Los libros no diferencian entre las personas, asà que la diferencia la tiene que hacer cada uno, cogiendo lo que le vale para avanzar y descartando lo que no. No hay modelos para "ser tú mismo", cada uno es su propio artÃfice, arquitecto y constructor de su vida.
Para caminar hacia el interior, encontraremos libros que nos invitan a sumergirnos en lo más profundo de nuestra mente, escuchar el silencio de nuestro corazón, encontrar dentro de nosotros la fortaleza para aceptar los avatares de la vida sin dejarnos abatir, alimentar la esperanza aún en medio del desaliento y el cansancio y reunir el valor suficiente para decirle sà a la vida, manteniendo el brillo en los ojos, la ilusión encendida al comenzar cada dÃa, sin alforjas, sin peso añadido y con los sentidos abiertos a la experiencia.
Para mejorar nuestra autoestima, desmantelar nuestros mecanismos de defensa o salir de los roles que hemos adoptado, hace falta algo más que una mera lectura, es necesario la implicación personal para abrir la conciencia y eso, es tarea nuestra, el libro, por muy bueno que sea, no lo hará por nosotros.
Cada uno de nosotros somos los artÃfices de nuestro destino, porque es nuestra percepción, la nuestra, no la de otro, la que crea nuestra realidad y condiciona nuestra elección en cada momento. Un libro no resultará de ninguna utilidad si la búsqueda de respuestas la ponemos fuera de nosotros mismos y esperamos que el libro resuelva nuestras confusiones o nos cambie la vida por arte de magia.
Psicóloga, profesora Universidad de Murcia - Twitter: @Tel_Esperanza
Fuente: Por: MarÃa Guerrero Escusa
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