Hace 400 años que descendió a la tumba el más famoso novelista español; se ha conmemorado ese hecho con especial resonancia. Esta nota se refiere a un aspecto de su personalidad. Don Quijote tal vez sea el único libro que a lo largo del tiempo ha motivado tantas y diversas interpretaciones. Varios elementos raros y misteriosos envuelven su trayectoria. Es el caso de que una obra maestra resulta ser así sin proponérselo el autor. Lo cual no quiere decir que Cervantes no percibió (posiblemente con sorpresa) el interés que concitó su libro a tiempo de publicarse, al ver que "crecía en los brazos de la estampa", como él mismo dijo. Seis ediciones consecutivas en un año hablan de ello claramente. El Quijote fue un éxito de librería desde el principio, afirma Arturo Uslar Pietri. ¿Y eso cambió la vida del autor? No, la pobreza le acompañó a Cervantes hasta el trance final de su vida.
Por su interpretación, hay miles de Quijotes distintos. Tratándose de lectores notables como Henrique Heine, Francisco Umbral o Vargas Llosa, generalmente la percepción nueva se suma a las otras sin repetirse; todas tienen el sello de lo novedoso que refleja la personalidad del lector. Desde otro punto de vista, hay una infinita gama de lecturas que va desde la inicial que sólo percibe la superficie hasta la que explora el recóndito fondo filosófico y moral.
Entre los primeros lectores y el propósito del autor parece existir una coincidencia. Cervantes deseaba que al leer su libro "el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el prudente deje de alabarla". Se cumplió a cabalidad ese anhelo. Una anécdota ilustra el divertimiento que el Quijote promovía en los primeros lectores. Se cuenta que al rey, que veía sorprendido cómo un artesano se sacudía de risa, le dijeron que "de seguro está leyendo el Quijote". Este es el libro que rápidamente se difundió entre las capas populares de la sociedad porque movía a risa. Para esos los lectores que representan en lo cultural el término medio de la población, era en verdad un libro cómico, con un personaje ridículo que confundía cosas. En su tiempo al propio Cervantes lo consideraban como un escritor burlesco y divertido, hasta lo veían con cierto desdén autores de gran reputación como Lope de Vega.
Un interés sostenido acompañó siempre al Quijote, aunque con las variaciones emergentes de la época y de las corrientes literarias. La sensibilidad predominante en ese marco de los cambios, permite descubrir otras facetas, otros matices. En todos los tiempos hubo lectores superficiales y también de los otros. Pero en cuanto a una modalidad especial de sentir una determinada obra literaria, hay lecturas que tienen el sello propio del tiempo en que fueron leídos; por ejemplo, el romanticismo alemán con la interpretación psicóloga del noble caballero de la Mancha.
(*) El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia.
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