En uno de los textos que difunden el Carnaval de Oruro, para ellos es:
1. "Culto a Satán con disfraz de cultura".
2. "Carne-a-Baal, con disfraz de Cristianismo".
3. "Carne-a-Baal, con disfraz de tradición".
4. "Culto a Satán con disfraz de folklore".
No es que me haga cargo de esas afirmaciones, pero, ¿no cree Usted que si hay una reacción de esta naturaleza, fundamentándola bÃblicamente, es porque hay excesos que producen esas reacciones?
Siempre he sido uno de los defensores de la raÃz católica y mariana del Carnaval de Oruro, sin la Virgen del Socavón, nuestro carnaval no serÃa lo que es. Eso lo sabemos.
En los últimos 40 años su desarrollo ha ido in crescendo ni duda cabe. La incorporación de danzas que antes no formaban parte del mismo, la vistosidad y genialidad de los trajes y bordados, las coreografÃas, su música, todo eso es algo que maravilla a propios y extraños.
Lamentablemente todas las luces del Carnaval de Oruro: lo espiritual, maravilloso y extraordinario, queda opacado por las sombras que van paralelamente al mismo, o, que peor aún lo sobrepasan.
A las diez de la noche la venta y el consumo de bebidas alcohólicas era incontrolable, lo prueban los bochornosos actos verificados por los consumidores excesivos, dÃgase claramente, mayormente jóvenes, no todos ciertamente pero muchos.
¿Es normal que hombres y mujeres utilicen a diestra y siniestra los espacios públicos para orinar y defecar? No, no es normal, es un retorno al primitivismo, con consecuencias negativas no sólo en el ambiente contaminado con rÃos de orina, sino en el conjunto de la vida moral.
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