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Domingo 06 de noviembre de 2016

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Cultural El Duende

BARAJA DE TINTA

Ã?ltima Carta de Don Quijote a Sancho

06 nov 2016

Fuente: Por Julio Ameller

Homenaje al IV Centenario de la muerte del novelista, poeta y dramaturgo español Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 1547 - Madrid, 1616)

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A punto de morir de amarga muerte

que me deparan Curas y Carrascos

hoy me place escribirte cual solía

en épocas mejores mi buen Sancho.

Bien lo sabesÂ?

Belianis, Palmerín y Florismarte

armaron de valor este mi brazo,

y Amadís, que de Urganda es noble amigo,

me enseñó que el amor nunca fue vano.

Tales los guías que el destino puso

junto a mi vera. Yo, de claro en claro,

sus razones caté pues no gustara

hasta entonces mi sed mosto que tanto

embriagara cual logran los que saben

hacer de la verdad sólo un engaño.

Rocinante llevóme por senderos

que mi impaciencia denostaba largos

en los que, tú lo sabes, los castillos

en ventas convirtió Frestón el mago.

Desfací entuertos, desmañé gigantes,

por doncellicas se esforzó mi brazo

y de triunfos en todas estas lides

nunca el destino resultóme avaro.

Hirióme luego el que juega niño

ciego inocente, con sutiles dardos,

y fue mi Dulcinea la que supo

llenar de mi tristeza el triste vaso.

Nunca miraron ojos cual los suyos

que de la aurora son Adelantados.

Es por ella, por ella, tú lo sabes,

que cantan en el alba los regatos

y por ella, también, que de pesares

vivió muriendo aqueste herido hidalgo.

Fue mi Filis, Angélica, Luscinda,

Madásima la Reina, fue el regalo

que me hicieron los dioses al quererme

de suspiros señor, señor de llanto.

Por ella fui a la vez don Durandarte,

Montalván valeroso, triste Orlando,

gemidor Espladián, Bernardo el fuerte

y el dulce Darinel enamorado,

pues siendo aquel amor suma de todos,

por a todos supe amar sin ser amado.

¡Ah tiempos los de ayer!

Tiempos mejores

para siempre perdidos mi buen Sancho.

Para qué recordar si la memoria

es de los dones el más cruel y amargo.

Y debo referirte los motivos

que inducen a escribirte tan al cabo,

a quien urgido a morir ya muere

por culpa de Sansones y Carrascos.

La razón recobré. Tal lo confirman

quienes odian la estrella y el milagro

y el Don Quijote que hasta ayer soñaba

ha retornado a ser el buen Quijano.

Siempre el soñar condujo a desventura.

Por soñar fuimos ambos, buen hermano,

dos ilusos que hicimos nuestras armas

en combates que a todos son extraños.

Molinos convertimos en gigantes

y llamados a expiar todo pecado,

a diario equivocamos los yangüeses

que nos midieron con sus duros palos.

Dulcinea, mi hermano, fue mentira

y sólo fue verdad lo de mi llanto

Marchamos por el mundo siempre solos

creyendo que mi lanza iba alumbrando.

Ya la he guardado. Para siempre duerme.

No pretenda tomarla algún villano

que de saberlo de mi tumba fuera

capaz de levantarme, y llamando

a la tuya, ¡oh espejo de escuderos!

limpiara aqueste mundo de un lanzazo

poniendo en su lugar a los canallas

que pretenden vestirse de Quijanos.

Y olvidaba el motivo de esta carta.

Sancho Panza, sin par, amigo Sancho:

olvida los luceros y las ínsulas

y recuerda al demente que del barro

quiso forjar estrellas porque alumbren

los senderos del mundo tan amargos.

Esta carta es mi adiós. Eso era todo.

No me llores, amigo, son tan raros

los que aún saben llorar� Me voy sin pena.

Es tan grande y tan hondo mi cansancioÂ?

Límpiate las narices, no seas tonto.

Hay que partir a tiempo mi buen Sancho.

No me llores, amigo, no me llores.

Que Dios nos dé su paz, al fin y al cabo.

Fuente: Por Julio Ameller
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