Se necesitarÃan casi 3 siglos para que esta compleja maquinaria explotara a manos de autores como James Joyce, Virginia Woolf, Robert Musil, Franz Kafka, William Faulkner y varios más.
"Lo que hace la literatura es lo mismo que una cerilla en medio de un campo en mitad de la noche. Una cerilla no ilumina apenas nada, pero nos permite ver cuánta oscuridad hay alrededor".
Eso hace Dostoievski: nos hace ver de cuánta oscuridad está rodeado el ser humano.
Pero no prolongamos más esta introducción y damos la palabra a Pamuk: Recuerdo muy bien la primera lectura de Los hermanos Karamazov a los 18 años, solo en una habitación de una casa que daba al Bósforo. Era el primer libro de Dostoievski que leÃa. En la biblioteca de mi padre habÃa una traducción turca publicada en los años 40 a partir de la versión inglesa de Constance Garnett y el tÃtulo de aquella novela, que de una manera misteriosa sugerÃa todo el exotismo, la diferencia y la fuerza de Rusia, llevaba bastante tiempo llamándome a un mundo nuevo.
Como todos los grandes libros, Los hermanos Karamazov tuvo dos efectos instantáneos en mÃ: me hizo sentir al mismo tiempo que no estaba solo en el mundo y, por otro lado, que era alguien desamparado, solo en mi rincón.
Al ir viendo complacido lo que la novela me mostraba poco a poco, sentÃa que no estaba solo porque, como me suele pasar cuando leo grandes libros, las ideas que tanto me agitaban ya se me habÃan ocurrido antes, y algunas escenas y entonaciones escalofriantes casi las recordaba como si las hubiera vivido.
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