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Domingo 06 de noviembre de 2016

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Cultural El Duende

Amigos de Turguenev

06 nov 2016

Valentín Katáev

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Ante mis ojos tengo el cartel de la Asociación de Amigos de Iván Turguenev, Pauline Viardot y Maria Malibran.

¡Qué veloz corre el tiempo!

Hace poco un cartel tradicional idéntico notificaba el solemne comienzo de las labores de restauración de la casa de Turguénev en Bougival. La primera viga en el fundamento la colocó el Embajador de la Unión Soviética en Francia. Florecían los plátanos. Caía una templada lluvia primaveral que el viento había traído de algún lugar de La Mancha.

Así pues, en 1893 se cumplen 100 años de la muerte de Turguénev (1818-1883). Murió en Francia, lejos de su patria, en Bougival, en la casita que construyó en el territorio de la finca de su amiga Pauline Viardot. Esta casita, que los franceses no denominan de otra manera que la isba, fue la última morada terrena del escritor.

Pauline Viardot, que sobrevivió muchos años a su gran amigo ruso, terminó sus días ya no en Bougival, sino en París. Después de su muerte, parece que el alma había abandonado la finca.

El cerco de piedra que otrora rodeara la propiedad de Viardot y la casita de Turguénev se derrumbó; se vinieron abajo las puertas de entrada, de las cuales se conserva sólo una placa con la inscripción que dice que allí había vivido y muerto Turguénev. Ahora la placa cuelga de uno de los árboles plantados en aquella época.

La finca de Viardot y la casita de Turguénev hoy día son lugares de peregrinación, y en el libro de visitas que yace sobre la mesa redonda en un salón de la casa de Viardot pueden verse numerosos apellidos franceses y rusos de admiradores conocidos y anónimos de Iván Turguénev, de Paulina Viardot y María Malibran, hermana de Pauline también notable cantante, poseedora de un bello mezzo-soprano.

Sobre el mundo se desencadenaban las tempestades de guerras y revoluciones. Parte de Europa yacía en ruinas. Mas el destino conservó Bougival. Dos casas -una de Pauline Viardot y otra de Iván Turguénev- seguían en pie, aunque las iba desmoronando el implacable tiempo.

Esta lenta destrucción casi desapercibida continuaba hasta que en cierto momento se fundó la llamada Asociación de Amigos de Iván Turguénev, Paulina Viardot y María Malibran. Esta organización social ruso-francesa, formada de entusiasta, científicos y simplemente hombres corrientes aficionados al arte tomó en sus manos el quehacer de conservar y restaurar ese valor cultural universal: las dos casas que, diríase, simbolizan la unidad espiritual de los genios del arte ruso y francés.

Ya en nuestros días, desde hace algunos años, se están efectuando los trabajos de restauración con el concurso de los alcaldes de Bougival y Saint-Cloud, que no dejan de enorgullecerse de que en los territorios de sus alcaldías se encuentren valores tan preciados.

En general, toda la actividad de la Asociación, así como los trabajos de restauración, se llevan a cabo bajo el patrocinio del Ministerio de Cultura de Francia, de la Academia de Gouncourt, cuyo miembro es también el autor de estas líneas, y por la sociedad de amigos de Flaubert, Zola, Daudet y Maupassant, a los que ligaban con Turguénev estrechos lazos de amistad y comunidad de opiniones estéticas. (Maupassant incluso de proclamó discípulo de Turguénev). Gran papel en la noble causa de conservar la finca de Bougival desempeña el Ministerio de Cultura de la URSS que presta ayuda material y envía muestras para poner en orden la casa de Turguénev y transformarla en museo.

De vez en cuando en Bougival se organizan exposiciones, veladas literarias, se proyectan películas con argumentos de obras de Turguénev, así como se celebran muestras que cada año atraen a más y más amantes de la literatura o simplemente a turistas.

Antaño remota y abandonada finca, se convirtió hoy en uno de los más notables centros culturales de Francia, porque con el nombre del escritor ruso y los de las dos grandes cantantes francesas se vincula toda una pléyade de famosos pintores, compositores -como por ejemplo, Gounod, Bizet- y algunos filósofos.

En París aparecían en las carteleras cada vez nuevas noticias sobre la marcha de las obras de restauración en la famosa finca.

Apareció asimismo el cartel que informaba que en Bougival se celebraría una exposición donde entre otras muestras podrían apreciarse materiales vinculados con cinco amigos de Turguénev: Flaubert, Goncourt, Zola Daudet y Maupassant.

Pese al mal tiempo, con viento que traía de la parte de La Mancha lluvia y niebla, se reunió mucha gente. La gente llegó en autobuses y coches particulares de París y otras ciudades de Francia.

El tradicional cartel rojo con el retrato de Turguénev y la "isba" del escritor prometía la participación de un grupo de conocidos escritores franceses y de un ruso que venderían sus libros autografiados. Toda la recaudación de la velada iría al fondo de la Asociación.

Muchos visitantes que habían recorrido ya las salas de la exposición se agolpaban ante la mesa estudiando con curiosidad a los "escritores vivientes" y hojeando sus libros.

La venta transcurría con gran animación, y las manos de los literatos se cansaron de firmar constantemente autógrafos.

Alrededor, en los estantes encristalados y en las paredes se veían materiales ligados con Turguénev: artículos de revistas, cartas, reseñas, dibujos, originales o en fotocopias. Entre ellos atraía la atención un pequeño libro de Edmundo Goncourt La fille Elisa con la dedicatoria del autor para Turguénev. Es una reliquia que testimonia la amistad que unía a estos dos escritores.

Mas, pese a las numerosas muestras interesantes, el centro de atención se hizo el gran retrato de Turguénev enviado de la URSS.

Según las condiciones de la aduana francesa, ese retrato podía hallarse en Bougival no más de 24 horas y debía ser devuelto por vía aérea a la Unión Soviética.

Sin embargo, esa estancia de un día produjo un efecto sensacional. Fue algo simbólico el que la imagen del gran escritor ruso apareciera en Bougival, a varios miles de kilómetros de Rusia, en los bellos parajes donde Turguénev pasó tantos años y donde murió al lado de la mujer a la que amara toda su vida; pasó junto al centenario plátano de follaje amarillo y el centenario sauce llorón que dejaba caer sus largas ramas, aún verdes, en el agua del Sena, cubierto de azules cabrillas del otoño temprano.

Fue aquel el famoso retrato de Turguénev, del pincel del admirable pintor Jarlámov, perteneciente a la pinacoteca del Museo Ruso de Leningrado y hecho en 1872, diez años antes de la muerte del escritor. Creo que por el frescor de los tintes, por la profundidad del contenido y la proximidad al original es el mejor retrato de Turguénev.

Iluminado desde todos los ángulos por los reflectores de la TV y los flash de los reporteros gráficos, el lienzo descubría ante los visitantes la poderosa figura, la tupida cabellera cana y la mirada pensativa de profeta, convirtiéndose en el núcleo de la exposición.

Todas las miradas estaban imantadas por la prodigiosa obra de pintura, por la mirada pensativa del hombre en ella representado.

Quisiera aducir aquí una pequeña cita del libro del poeta Afanasi Fet Mis recuerdos, dedicada a la famosa cantante francesa. He aquí lo que pone:

"Viardot cantaba unos cánticos ingleses y una piezas musicales que me causaban poco efecto por no ser músico. No tenía el programa y me aburría escuchando incomprensibles cuartetas y un canto incomprensible que encantaban, por lo visto a Turguénev.

"Pero, de pronto madame Viardot se acercó al piano y con una pronunciación impecable cantó en ruso Ruiseñor mío, ruiseñor.

"Alrededor los franceses aplaudía ruidosamente; en cuanto a mí, la inesperada interpretación magistral de una romanza rusa me provocó tal entusiasmo que tuve que contenerme para no desbordarme de una manera loca".

Turguenév, que dominaba a la perfección el francés, y Viardot, que dominaba a la perfección el ruso� ¡Verdadero ejemplo de la amistad ruso-francesa, a la cual, en fin de cuentas está dedicada toda la actividad de la Asociación de Amigos de Iván Turguénev, Pauline Viardot y María Malibran, Asociación que transformó Bougival en foco de la amistad ruso-francesa!

* Valentín Katáev. Escritor Soviético (1877-1986). Miembro de Gouncourt

De: "Literatura Soviética"

Nro. 12, 1983.

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