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Domingo 06 de noviembre de 2016

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Cultural El Duende

Una mirada desde el espacio público al ámbito privado

06 nov 2016

Por: Erika J. Rivera

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No hay duda de que una mirada sobre la introspección del mundo femenino es lo que nos permitirá indagar sobre el rumbo de la mujer contemporánea. Este es el tema de la primera novela de Salvador Romero Ballivián titulada Mañana, después del diluvio, mi amor (La Paz: Plural 2016; 237 pp.). Este texto literario trata de comunicar ideas acerca de la feminidad contemporánea. Asimismo la novela expresa una reconstrucción exquisita de nuestra cotidianidad. Se basa en la vida íntima, un asunto con el que casi no nos conflictuamos, ni tampoco lo reflexionamos, porque el ámbito privado aparentemente no influye sobre el espacio público. El autor reconstruye las decisiones domésticas y diarias - el mundo interior - para validar los cimientos del mundo exterior. Es una novela en torno a los simples seres humanos de carne y hueso, nosotros, que con nuestras decisiones en nuestras vidas internas edificamos nuestra exterioridad en contextos sociales. Esta novela expresa creativamente todo aquello que los otros esperan de nosotros.

Mañana, después del diluvio, mi amor, representa una introspección del ser femenino a través de su personaje principal, la boliviana Natalia Morantes Asturias. Esta novela abarca desde la esfera de los bienes económicos concretos hasta el campo de la vida diaria: cónyuges, hijos, afectividad, etc. La obra empieza y termina en un mismo espacio físico y se centra en dos personajes completamente distintos que comparten el mismo ambiente toda la noche y el amanecer mientras, la población de Tela (Honduras) se hunde en una torrencial lluvia. La fuerza de las gotas tupidas traerá a la mente de los dos personajes el recorrido de sus existencias. Inmóviles, obligados a compartir el mismo espacio físico, cada uno mirará su propia vida, su interioridad más allá del cruce de las palabras formales y la observación del otro. Nos enteramos de las vidas íntimas a través de dos historias muy bien relatadas por el autor. La novela está escrita en un lenguaje culto y una prosa sencilla, talento que se debe destacar en Salvador Romero. Deseo resaltar este elemento enriquecedor del estilo porque es la principal razón que encontré para continuar leyendo la obra.

Otra de las razones que me impulsó a la lectura es la problemática de género: cómo se piensa a la mujer y cómo se la percibe. Esta producción literaria nos muestra una mujer que desenreda su laberinto, pero sin ser consciente políticamente de su condición de género. El autor nos muestra un personaje del sexo femenino que está sumergida en sus recuerdos, ligada en primera instancia al mundo paterno, luego al ámbito conyugal, y después al rol de la maternidad. Pero siempre vinculada a algo o alguien. A pesar de su autonomía económica, su éxito profesional y su libertad de consumo, ni siquiera así la encontramos libre de la influencia masculina. Al final de la novela Natalia está aparentemente sola, o por lo menos físicamente sola, pero no puede librarse de los nexos afectivos y eróticos que la atan a los varones.

En contraposición el autor nos muestra a un individuo de sexo masculino que, pese a sus modestas condiciones de existencia, su estrato social muy sencillo y su creencia religiosa, representa el mundo masculino de la sexualidad libre y sin sentimientos de culpa: dueño de su cuerpo, de sus acciones y de sus decisiones. Este personaje reconstruye su espacio geográfico para darnos a conocer el medio ambiente centroamericano, el aire, la tierra, el clima, el mar, el verde frondoso de esas tierras cálidas en torno a Tegucigalpa, Tela, Tornabé. Don Simón, el recepcionista y vigilante del hotel donde se encuentra hospedada Natalia, pertenece a la etnia afrohondureña de los garífunas, y representa lo completamente diferente al área física de los Andes. El sol del altiplano y las altas cordilleras nos hacen diferentes con respecto a los demás países del continente. Así parece por la mirada del vigilante nocturno, especialista en adivinar las nacionalidades de los huéspedes.

Volviendo a la construcción de la sexualidad femenina: esta se presenta como un problema en nuestro tiempo contemporáneo, que marca a Natalia en todas sus dimensiones. Su participación en la vida escolar y universitaria estuvo determinada por su estrato social y por las posibilidades de formación académica superior. Pero irrumpe en su vida lo otro, lo distinto a ella, el varón, que transgrediendo una planificación muy normal de etapas en la vida de Natalia, decide contraer nupcias sin que ella haya finalizado su licenciatura. Esto la muestra descentrada de su proyecto original de realizarse como profesional. Natalia tendrá que superar esta etapa con creces para sobreponerse a pesar de su condición civil. Lo que tendrá que enfrentar más allá de la independencia económica es la construcción de género. La novela nos muestra nítidamente las convenciones predominantes en este campo. Este personaje femenino, a pesar de su formación académica, asume los roles habituales de su género con naturalidad, como el convertirse en una eficiente ama de casa porque le corresponde el cuidado de la misma. Es distinta la situación del esposo, Arturo, quien representa la virilidad rutinaria y la comodidad de ser atendido porque es el proveedor a través de su profesión como militar. Arturo da por hecho que por encontrarse en un destino alejado, ella se olvidaría de su realización personal. En síntesis este militar representa el típico personaje masculino de visión conservadora que no tiene como perspectiva a una mujer compitiendo salarialmente con él, pues su modelo de vida es la familia nuclear tradicional. Como centro o pilar esta última tiene a la mujer como dadora de vida y sobre todo como criadora, y por ello resguardada celosamente en el seno familiar. Los militares se enfrentan en sus destinos a condiciones difíciles al cumplir con su deber patrio. Entonces sus mujeres deben cuidar del bienestar y las carreras de los esposos. Es decir: deben ser para ellos.

El conflicto empieza cuando ella se vuelve autónoma en busca de su realización personal. La novela nos muestra que a pesar de su rol de esposa - por la eficiencia lograda en sus roles domésticos, ganando tiempo al tiempo en la vivienda militar del batallón de un pueblo en el Chaco caluroso -, termina su tesis de licenciatura y la defiende en La Paz gracias a que su padre le paga el pasaje de avión. Hasta ahí las cosas son llevaderas, es decir con el cambio de status profesional. Por las influencias familiares y de padrinazgo, como ocurre en la mayoría de los casos (en detrimento del fortalecimiento institucional), el esposo es destinado a la ciudad de La Paz, pese a ser un novato en la carrera militar. Una vez instalados en La Paz, ella sale del resguardo del dulce hogar en busca de un empleo, consiguiéndolo por su temperamento optimista y alegre. Las distancias y tensiones se agudizan en la vida conyugal por el cambio de perspectivas y aspiraciones distintas uno del otro. Llama la atención en la novela que a pesar de los logros entusiastas de Natalia no hay una actitud consciente del ser mujer como construcción constante. Contraria a esta actitud continúa con su rol convencional de género y ahora la vemos de forma obvia convertirse en madre. Contrata a una trabajadora del hogar para que la reemplace en los roles domésticos. Sin embargo y a pesar de este apoyo, Natalia debe invertir largas horas de su vida para la realización de los otros: del esposo, de la hija, de su trabajo como generadora de recursos y logros para la empresa. ¿Y qué pasa con el tiempo para ella misma? El tiempo, que es lo más sagrado, no lo tiene a libre disposición. Entonces: ¿Cómo conciliamos tiempo y libertad económica? ¿Cómo conciliamos autonomía económica y libertad sexual? Son estas y muchas otras preguntas las que este texto literario nos provoca.

Esta tensión que recae en las responsabilidades de Natalia, pilar que debe cumplir con todos los roles, termina sacrificándose sola de forma naturalizada, sobre todo con lo que implica ser criadora, para sobrellevar los conflictos en el hogar. ¿Cómo se concilia el rol maternal con el éxito profesional? ¿Cómo se concilia el rol de criadora con los otros roles? Evidentemente con el sacrificio de su vida, de su tiempo, de su hogar. O sea que la construcción femenina contemporánea es la de una supermujer que juega todos los roles de forma eficiente. Pero tal vez en la vida real sea mucha exigencia para las mujeres que recaiga en sus cuerpos y en su identidad la responsabilidad de la construcción del ámbito privado y público, existiendo de manera sobreentendida para los otros y no para ellas mismas. Solitariamente ejercen roles de forma inconsciente. ¿Qué las obliga a ser esposas?, ¿qué las obliga a ser madres?, ¿qué las obliga a ser para los otros? Esta novela muestra que la transgresión al hogar convencional termina con la ruptura del matrimonio. Ahora en su situación de divorciada vuelve al control y a los vínculos afectivos de la casa paterna. La novela nos refleja que no puede salir del esquema de la dependencia pese a la liberación económica. Entonces ahora pasará a depender del nuevo novio y así sucesivamente su libertad sexual se convertirá en culpa.

El libro resulta una excelente propuesta para evaluar y cuestionar los roles rutinarios del género femenino en la sociedad boliviana del siglo XXI. Aparentemente este problema aún no se ha resuelto, como se ve a causa de los altos índices de violencia intrafamiliar y los feminicidios. Finalmente la novela nos incita a una interpelación introspectiva y a una mirada cuidadosa e integral sobre nuestra identidad.

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