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Sábado 05 de noviembre de 2016

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CINE

Dr. Strange o de cómo Marvel se pone seria

05 nov 2016

Fuente: Daniel Martín Ferrnad (republica.com)

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Gracias a Netflix el mundo de las series se ha abierto de sobremanera. En esta cadena de TV a la carta se pueden ver Jessica Jones, Daredevil y Luke Cage, tres productos de Marvel que, en Nueva York, presentan a unos superhéroes y unos villanos mucho más cercanos, más frágiles, más verosímiles, más humanos. Estas series, que el año que viene confluirán en The Defenders, se sitúan más en la línea del viejo cine negro -Jessica Jones, por ejemplo, es un suerte de Marlowe o Spade- que en las aventuras cinematográficas a las que nos tiene acostumbrada la compañía de Stan Lee.

Ciertamente, Marvel, vía Disney, no deja de bombardearnos con películas de Spiderman, Iron-Man, Thor o X-Men, filmes de enorme irregularidad que, casi siempre, se centran en muchos efectos especiales para que los buenos reduzcan a un remedo de dios del apocalipsis que, en el clímax, queda reducido a mero ídolo de pies de barro. En cualquier caso, el gran problema es que los productos cada vez se parecen más, tienen más que ver con la fabricación en serie que con la creación artística.

Por eso se agradece enormemente una película como Doctor Extraño -Doctor Strange en inglés- que nos presenta a un nuevo superhéroe que, además, se mueve en diversos "multiversos" para cambiar así de palo y permitir nuevos caminos narrativos, visuales y dramáticos.

La principal ventaja de Doctor Strange es ser la primera de una serie. Una de las grandes virtudes de Marvel es la hondura con la que se construyen sus personajes, generalmente atormentados por cualquier vicisitud más o menos grave. En este caso, el doctor protagonista, eminente cirujano, se ve privado del uso certero y virtuoso de sus manos. A partir de ahí descubrirá un mundo esotérico y extraño que le permitirá convertirse en un nuevo salvador de la humanidad.

Así, tenemos nuevo superhéroe en la piel de Benedict Cumberbatch, otra vez haciendo de engreído genial ajeno a cualquier empatía, un Sherlock a la Marvel que, gracias al actor, se convierte en un bicho atractivo capaz de sostener y elevar la película. Por si fuera poco, se le ha rodeado de artistas capaces como Rachel McAdams, Tilda Swinton o Chiwetel Ejiofor, muy superiores a gran parte del elenco de, por ejemplo, Los Vengadores.

Doctor Strange nos presenta a un personaje interesante y nos introduce en un mundo nuevo donde todo es posible. Por eso los efectos, inevitables, aquí juegan a recrear y torcer la imagen en un alarde tan técnico como estético. La batalla en un Nueva York multidimensional, que tanto recuerda al Origen de Christopher Nolan, es de una extraña y excepcional belleza.

Pero lo mejor de Doctor Extraño, como suele ocurrir en las primeras partes de las sagas de Marvel, es un guion que, a pesar de su tono intrínsecamente oscuro, se asienta sobre magníficos diálogos que, paradójicamente, encuentran en el humor su mayor virtud. La película entretiene, fascina, confunde? y a la vez provoca sonrisas y alguna que otra carcajada.

Doctor Strange, en mi opinión y a pesar de los muchísimos efectos, está más cerca de las series de Netflix que de las películas. Marvel parece querer fagocitarlo todo, pero mejor si lo hace con atmósferas nuevas, ambientes más oscuros, diálogos acerados y críticos. Veremos hacia dónde nos lleva el inevitable bombardeo de la productora durante los próximos años? en el cine y en la tele.

Fuente: Daniel Martín Ferrnad (republica.com)
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