Domingo 09 de mayo de 2010
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El Premio Nacional de Periodismo 2009 es de Humberto Vacaflor, así lo decidió el Tribunal de Honor de los Periodistas después de una preselección. Esa determinación no se puede borrar ni con decreto. Hubo convocatoria y se hizo la elección de manera que no puede existir la figura de concurso desierto. Lo único que han hecho los miembros del directorio de la Asociación de La Paz es no hacer la entrega oficial de ese premio, mostrando el tinte político de pugnas internas que quedaron al descubierto.
Si Humberto Vacaflor no hubiese reunido los atributos, el tribunal hubiese elegido a otro de los cuatro meritorios periodistas antes preseleccionados por el mismo directorio que después se negó a la entrega oficial correspondiente. En este punto un ruido extraño distorsiona la sinfonía, injerencia o presión. En términos simples sólo se quiso aparentar transparencia porque aparentemente ya había una decisión: si Vacaflor obtenía mayor puntuación en el Tribunal, la elección no sería válida. Es lo que ocurrió.
Haciendo un paréntesis, la reciente elección del Defensor del Pueblo tuvo un tono similar puesto que la puntuación no importaba, había una consigna. Se deben guardar las diferencias porque en la Asamblea Legislativa deliberan personas que responden a intereses partidarios y cuya actividad es la política mientras que en la Asociación de Periodistas, independiente del criterio político personal, se supone que sus miembros no tienen dependencia partidaria. Extraña similitud, puede ser una casualidad pero también puede ser parte de un plan maestro que se va expandiendo a todas las instituciones.