La solemnidad de Todos los Santos de la liturgia católica el 1 de noviembre, celebra a todas las almas salvadas, que gozan de la presencia de Dios, es una fiesta de comunión de la Iglesia Militante (es decir "la Iglesia que avanza en su peregrinación a través de las persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios" (SAN AGUSTÍN, La Ciudad de Dios 18, 51) con la Iglesia Triunfante, la que constituyen todos los bienaventurados en el Cielo por toda la eternidad en el Paraíso definitivo.
En cambio en la Conmemoración de todos los fieles difuntos, la doctrina católica distingue con precisión entre los todos los fallecidos a los "fieles difuntos", y con razón, ya que en realidad unos difuntos están por su cultura personal en el abismo de la condenación eterna, mientras que otros "fieles" se hallan en el Purgatorio, con la seguridad de haber merecido ya el Cielo tras su purificación en el Purgatorio. El 1 de noviembre celebramos a la Iglesia Purgante, rezamos por las benditas almas del Purgatorio.
La Sagrada Escritura habla frecuentemente de la salvación y la condenación. Con otras palabras de la gloria del Cielo y del tormento del Infierno. Dos textos clave de la Sagrada Escritura confirman la existencia del Purgatorio.
En el Segundo Libro de los Macabeos (12, 43-46) se dice que con las limosnas en favor de los muertos éstos quedarán liberados de sus pecados, una confirmación clara de la existencia del Purgatorio, tan clara que los protestantes, para negar la existencia del Purgatorio se ven obligados a negar la autenticidad del texto bíblico.
Dos textos que parecen bastantes enigmáticos a este respecto, pero que nos ofrecen dos ideas fundamentales en las que se apoya la tradición del Purgatorio:
Primera: sólo con absoluta pureza se entra en la presencia de Dios, sin mancha, sin defecto, según indica Jesús: "bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios". Y el Apocalipsis revela la rectitud y la pureza del Cielo, cuando afirma que" nada contaminado podrá entrar en la Jerusalén celestial".
La segunda idea básica es de que Dios dará a cada uno según sus obras. La muerte sorprende a las personas en diversas situaciones de pureza, según el uso de la libertad y el servicio que prestaron al prójimo.
Y como no todos se hallan purificados en su muerte, antes de ingresar en el Reino, han de pasar por una etapa de purgación. En la Iglesia primitiva según los santos padres, existió la convicción de que es necesaria la dolorosa purgación de los pecados, pero es en el Concilio de Florencia del año 1439, donde se declara dogma de fe con el decreto "Detentur coelli".
La existencia del Purgatorio es dogma de fe y fue definido en los concilios de Lyon y Florencia, así como en el Concilio de Trento.
El concilio de Florencia señaló los tres elementos esenciales del Purgatorio:
Primero: la existencia del Purgatorio o lugar de purificación mediante el dolor. Lo afirma claramente.
Segundo: que el Purgatorio no es un lugar sino un estado de las almas, puesto que como predestinados carecen de materia, que es la que exigiría un escenario palpable.
Y tercero, que los que vivimos aún podemos ayudar a los que padecen en el Purgatorio, disminuyendo sus delitos con nuestra plegaria y sacrificios.
Es entonces cuando Cristo dirige una mirada llena de amor, cuando se presentan ante el Juez con muchos años, con tiempo desaprovechado, con faltas punibles, y Cristo dirige una mirada llena de amor y de gracia a esa persona que va a su encuentro, una mirada que penetra hasta lo más hondo de la existencia humana y produce el proceso doloroso de actualizar en el hombre todas sus posibilidades no desarrolladas hasta entonces.
Esa mirada es el lugar que llamamos Purgatorio. De alguna manera al hombre le resultará doloroso encontrase incompleto frente a Cristo, será amargo para él deshacer instantáneamente todo lo que fue retorciendo y enredando durante su vida con sus pecados. Con ese dolor de verse defectuoso purgará angustiosamente sus faltas.
Muchos cristianos viven como los ateos, sin creer prácticamente en el Reino eterno, y sin desearlo, por lo que prefieren no pensar jamás en esa venida de Jesús a buscarlos, para ellos basta esta sociedad actual con todos sus beneficios y con todos sus defectos y conflictos, sin embargo la esperanza de los cristianos se apoya en la muerte y resurrección de Cristo y está orientada hacia la venida definitiva de su Reino, mientras tanto los cristianos son todavía peregrinos de una Patria mejor, a la que tienden por la fe y la perseverancia en el amor.
Un Pueblo abierto al futuro, camina hacia la Jerusalén celeste. La Iglesia Militante, mientras tanto, va realizando en medio de los hombres este proyecto de salvación que nos encargó el Señor.
La jornada de los Fieles Difuntos es un día especialmente de plegaria, ya que si dichas almas se hallan en el Purgatorio, solamente les son útiles las oraciones, como el Santo Rosario, las plegarias, los sacrificios, la celebración del Santo Sacrificio de la Misa, y los sacrificios y obras de caridad que practiquemos nosotros en su nombre. En el Purgatorio nos purificaremos de las consecuencias del pecado.
Debemos ser muy devotos de las almas del Purgatorio ya que los que los que están allí sufren mucho hasta que les llegue la hora de estar en el Cielo. Oremos, practiquemos las obras de misericordia y sacrificios en nombre de las Benditas Almas del Purgatorio, y puede ser que éstas les abran las puertas del Purgatorio inmediatamente a nuestros amados difuntos, para que ellos puedan inmediatamente ingresar en la gloria y felicidad eternas.
german_mazuelo_leyton@yahoo.com
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