Domingo 30 de octubre de 2016

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Editorial y opiniones
COLUMNA VERTEBRAL
Constitución, el largo camino a la igualdad
30 oct 2016
Carlos D. Mesa Gisbert
"Para ser ciudadano es necesario: 1º Ser boliviano, 2º Ser casado o mayor de veinte años, 3º Saber leer y escribirÂ?, 4º Tener algún empleo, o industria, o profesar alguna ciencia o arte, sin sujeción a otro en clase de sirviente doméstico". Este era el texto referido a la ciudadanÃa en la primera Constitución del paÃs, redactada por Simón BolÃvar, sancionada por la Asamblea y promulgada por el Presidente Antonio José de Sucre en 1826. Por muy liberales que fuesen los libertadores, la consideración en torno a los derechos y deberes ciudadanos se restringÃa de una manera abrumadora dada la evidencia de que la inmensa mayorÃa de la población era analfabeta y, por la herencia colonial que se agudizó en la primera etapa del periodo republicano, la relación hacendado-"colono" en el área rural era de patronazgo y servidumbre.
Durante casi ciento treinta años el principio de oro del liberalismo polÃtico que se basa en la idea de que todos los seres humanos nacemos iguales y tenemos los mismos derechos, se restringió en función de criterios que -explicables pero no justificables en el momento en que se impusieron- apuntaban de manera clara a discriminar a dos grandes sectores de la población boliviana: la mitad de sus habitantes, las mujeres y la mayorÃa de ellos en ese momento de la historia, los indÃgenas. Lo dramático, salvo las excepciones que citaremos, es que las restricciones no estaban incorporadas en leyes complementarias sino en el corazón de la norma, la propia Constitución.
Las constituciones de 1831 y 1834 (promulgadas por Andrés Santa Cruz) eliminaron el requisito de saber leer y escribir para ejercer la ciudadanÃa, pero esa limitación volvió a aparecer en la CPE de 1839 (La Convención convocada por Velasco) que establecÃa explÃcitamente que sólo tendrÃan derecho a voto los "que sepan leer y escribir y tengan un capital de 400 pesos, o ejerzan alguna ciencia, arte u oficio que les proporcione la subsistencia, sin sujeción a otro en clase de sirviente doméstico". En 1843 Ballivián eliminó otra vez la obligación de estar alfabetizado para ser ciudadano.