Domingo 30 de octubre de 2016

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Cada vez son más los gobiernos que, en nombre de la seguridad y la lucha contra el terrorismo, dan carta blanca al espionaje de sus ciudadanos. PaÃses como Francia, Reino Unido, Rusia o HungrÃa han introducido, en los últimos meses, legislaciones que apoyan la vigilancia masiva en todo el mundo. Estas leyes permiten la interceptación "no individualizada" de todas las comunicaciones electrónicas, amplÃan el periodo de tiempo para retener la información almacenada y otorgan un mayor poder al ejecutivo, al eliminar la necesidad de una autorización judicial previa.
Que estas legislaciones hayan sido aprobadas preocupa, y mucho. Sobre todo, cuando hace tan solo tres años salieron a la luz documentos que probaban la existencia de programas de vigilancia sobre las comunicaciones privadas de millones de personas en todo el mundo. Los informes filtrados por el ex analista de la CIA y de la NSA, Edward Snowden, revelaron que decenas de agencias de varios paÃses colaboraban entre ellas para expandir y consolidar una vigilancia globalizada. Con este objetivo, las agencias emplearon métodos muy diversos. Desde la introducción de software espÃas en aplicaciones móviles, pasando por la interceptación de llamadas, correos electrónicos y transacciones financieras, hasta la colaboración con compañÃas tecnológicas tan populares como Google, Facebook o Microsoft, entre otras, quienes de forma voluntaria o a cambio de millones de dólares, entregaron datos de sus clientes, además del acceso a sus servidores. Todo esto les permitió crear perfiles de prácticamente cualquier persona, pues gracias a estos datos se pudo deducir su modo de vida, paÃs de origen, edad, sexo o ingresos.