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Domingo 30 de octubre de 2016

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Revista Dominical

Noviembre en USA: la crisis financiera, los millennials y el "Gran hermano"

30 oct 2016

Por: Erick Fajardo Pozo

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Un fraude financiero sistémico, encubierto por la colusión entre el gobierno y la banca, la recrudecida ofensiva judicial del establishment contra la actividad política en la red y la "insurrección" de la generación Assange contra el "sistema del engaño y la censura", serán elementos estructurales en el contexto de las elecciones de noviembre en Estados Unidos.

A desdén del señuelo distractivo de la agenda mediática norteamericana, la crisis de los mega millonarios fraudes bancarios, invisibilizados bajo la tesis de las "manzanas podridas", y las ofensivas sistemáticas del aparato judicial sobre la nueva soberanía política e informativa provista por las redes sociales, son, a la par de la insurrección "millennial" contra las narrativas del establishment, los temas "latentes" de la agenda pública que serán sopesados en estos comicios.

Desde que la red "emancipó" a una nueva generación de estadounidenses de la dependencia informativa de la media tradicional, hubo fuertes tensiones entre esta nueva ciudadanía digital y el viejo estado. El gobierno de la "primera democracia del mundo" tendió siempre una hermética campana de silencio acerca de las razones reales de guerras, magnicidios, políticas y crisis financieras que sacudieron a los Estados Unidos.

La agenda política y mediática construyeron el imaginario de la generación baby-boomer sobre el paradigma de una nación bajo amenaza, en la cual cobraba total sentido el término "secreto de estado" o "asunto de seguridad nacional", como argumento para justificar la más radical censura informativa en democracia y la más grosera banalización de los hechos.

Con el advenimiento de la edad digital, el monopolio de las narrativas oficiales - la era del framing -, llegó a su ciclo de extinción. Más allá de connotaciones jurídicas o políticas, Edward Snowden y Julian Assange son el paradigma de esa rebelión generacional contra un sistema político y económico en crisis, del que demandan transparencia, respeto a la privacidad y la desclasificación de décadas de "verdades sucias".

La reacción del estado no fue pasiva y una verdadera "cacería internacional" se desató desde la media para caracterizar de "espionaje" la publicación de archivos del Pentágono por Wikyleaks o de "alta traición" la filtración de archivos de la CIA por Edward Snowden. Fue un momento clave, en que la generación millennial asumió conciencia de sí y una posición política frente a su gobierno.

Pero la manera en que se pretendió manejar la campaña electoral en EE.UU.; la manera en que se truncó la candidatura de Bernie Sanders y la manipulación de la media y de las encuestas para producir narrativas en negación del descontento social con el establishment, fue lo que subvirtió a esa generación que entiende que la lucha por la soberanía política en la red puede verse comprometida por un resultado electoral que le permita prorrogarse al gobierno que escucha nuestras conversaciones y judicializa a Apple y Whats App, en el intento de tener la llave de la puerta trasera a nuestro disco duro.

Esto no es entre Trump o Clinton, o entre demócratas y republicanos, esto es entre la sociedad civil y el estado. Naomi Wolf, gurú de la tercera ola feminista, en un artículo en The Guardian, critica la "abierta colusión" entre gobierno y banca, y critica el absurdo de que, en un mundo donde el fraude financiero global se practica y se encubre desde el estado, "�Gran Bretaña marcha como una sonámbula hacia la vigilancia total de los correos electrónicos, mientras EE.UU. presenta nuevas propuestas para castigar a los denunciantes ampliando la Ley de Espionaje".

¿Y a este estado es que se supone que los ciudadanos van a manifestarle, en avance, su preferencia electoral o - aún mejor - su intención de voto? Esta es la América de los Assange y los Snowden contra los herederos de J.E. Hoover, el PRISM y el Big Data; de cientos de miles de millenials ejercitando una democracia en red que vive bajo asedio porque su sola existencia amenaza el control del "Gran hermano".

Esta elección es entre los millennials y el FBI, pero también entre el establishment y la ciudadanía digital en el nuevo y el viejo mundo. Será la oportunidad para una inigualable protesta, una "tormenta perfecta", contra el omnímodo poder que judicializa a "tuiteros indeseables" en España, detiene al Vicepresidente de Facebook en Brasil o conmina al CEO de Apple a violar las encriptaciones de los IPhone, en aras de una "guerra contra el terrorismo".

Volviendo a la crisis financiera, Wolf denuncia los mecanismos de encubrimiento al fraude económico del establishment como su verdadero "leverage". "Esa asimetría es una de las pólizas de seguro del poder. Otra es reprimir la protesta ciudadana", advierte. Noviembre es la coyuntura propicia para la más abierta protesta ciudadana en los EEUU, y las encuestas, son sólo otro mecanismo del establishment para reprimirlas.

Aún hay esperanza. En Colombia, en Gran Bretaña, en Argentina, en Bolivia, las encuestas no lograron empujarnos a la resignación con la omnipotencia del establishment, a sentirnos derrotados y refrendar sus sentidos comunes. América en noviembre es otro plebiscito.

Noviembre en Estados Unidos será sobre estas narrativas en conflicto, sobre si el establishment que indultó a Clinton por los correos de Benghazi, tendrá o no otro quinquenio para intentar capturar a Assange, para escuchar nuestras conversaciones o para violar el IPhone y tener la llave a la "caja negra" de cada individuo.

Estudiante graduado de la Maestría en Gobernanza y Comunicación Estratégica de la The George Washington University

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