Hoy, en las ciudades latinoamericanas y en el campo ningún hogar es un refugio seguro para conservar la integridad fÃsica y hasta la vida. El afán subalterno de mantener la primacÃa del hombre, decanta en la ineficiencia de los departamentos de PolicÃa que transforma su responsabilidad en una verdadera aporÃa debido a que continúa siendo muy peligroso denunciar a los agresores de mujeres y niñas, para la propia vÃctima y sus familiares.
Este desajuste en las sociedades no es un problema fácil ni sencillo, por lo contrario, muy complicado, empero, solucionable; para ello se requiere leyes draconianas que determinen la pena sin absoluta posibilidad de medidas sustitutivas menos de indulto, y polÃticas públicas, ciudades seguras, transporte seguro y solvente, escuelas seguras para evitar el acoso escolar, germen donde se inicia la violencia y sobre todo el compromiso conciencial sin prescripción entre hombres y niños en la construcción, consolidación y defensa a ultranza de una cultura que extermine definitivamente y en todas sus formas posibles la discriminación contra las mujeres y niñas, eliminando la recurrencia del feminicidio.
(*) Es Abogado Corporativo, Doctor Honoris Causa, Escritor
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